miércoles, 8 de junio de 2011

AHORA QUE LOS MOCHUELOS OTEAN DESDE LAS RAMAS DE LOS OLIVOS

Sí, son ya esas horas del día en que los búhos, mochuelos, otean desde las ramas de los olivos y me viene esto a cuento, a estas horas de la noche, debido a un extraño recuerdo que me acaba de llegar que tiene que ver con aquellos días de mi niñez en Pinarejo.

Sería hacia el año 1965 cuando un primo mío me regaló un mochuelo/búho, ave nocturna y rapaz. Me entretenía por aquellos días dando de comer al mochuelo pequeños trozos de carne que con ayuda de un alfiler colocaba en el pico de animal. Y lo bueno del caso es que el animal comía con voraz apetito sin sentirse en ningún momento ni extraño ni mal querido.

También por aquellos días mis padres depositaron todo el grano de la cosecha (trigo) en el sótano de la casa en la que vivíamos, sita en la calle de Las Eras, de Pinarejo. Allí, en aquel lugar jugaba yo con el búho y allí lo dejaba por las noches en compañía de un pequeño cuenco de agua. Un día y ya a punto de abandonar el pueblo para regresar a la ciudad de Valencia el búho desapareció. Lo primero que pensé es que mis padres lo habían dejado marchar, pero no conforme con este pensamiento anduve un par de días buscando el búho. Todo fue en vano. Como último remedio y por si aparecía dejé un buen recipiente de agua allí donde estaba almacenado el grano de trigo.

Ya en  la ciudad de Valencia el recuerdo del búho me acompañó durante días hasta que al final me olvidé del dichoso animal. Llegó otra vez el verano y regresamos al pueblo y cual fue nuestra sorpresa cuando al abrir las puertas del sótano allí estaba el esqueleto del animal  totalmente momificado. Ni el grano le sirvió de alimento ni el agua pudo saciar su sed. Debió morir de tristeza al sentirse prisionero en aquella habitación a oscuras, al igual que morían los sirvientes del faraón junto al sarcófago de su dueño y señor, allí en las cámaras profundas de las pirámides  egípcias.

Desde entonces siento una especial ternura por este animal un tanto mágico, fiel compañero de la diosa Minerva y desde entonces, también, colecciono, en todo tipo de materiales, búhos y mochuelos. Los tengo hechos en cerámica, tallados en madera, esculpidos en mármol y alabastro, fundidos en metal, repujados en cuero, pintados al óleo  y que más decir, el búho se corvirtió para mí en un buen compañero inanimado, hasta que un día esta aficción desapareció en aras de otra llamada coleccionismo de libros.

Y me viene esto del búho/mochuelo con motivo de haber comprobado las entradas al blog y ver que las hay de dentro y fuera de la peninsula. Enseguida y a la hora que estamos he pensado que opinarán estos búhos, de Alemania y Estados Unidos, que me contemplan desde alguna rama de olivo, de este mochuelo tan raro.

José Vicente Navarro Rubio

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...