miércoles, 8 de junio de 2011

AL FILO DE LAS 19 HORAS

Transcurren las horas en estos instantes precisos en que la tarde cae y allí en Pinarejo creo adivinar cual puede ser su paisaje urbano, en estos momentos en que el calor comienza a desvanecerse. En pleno corazón de La Mancha y a un tiro de piedra del nudo de comunicaciones que se configura en Honrubia y en La Almarcha; Pinarejo viene a ser, para todos aquellos que transitan a la búsqueda de ciertas señas de identidad que se describen en el libro universal de Don Miguel de Cervantes: "Don Quijote de La Mancha", un remanso de paz que sólo se puede ver alterado por el aleteo de alguna  mosca o de algún trasnochado tábano.

¿Que silencios inundan aquellas tierras?. Maravilla el poder ejercer de ojo contemplador y poder deshojar a  la sombra de las higueras embarazadas de follaje el paso de las horas. Una comida tibia y un beber comedido son algunos de los mejores remedios para dormir una buena siesta y poder despertarse todavía con el sol de pleno para ir a alguno de los dos bares del pueblo con el propósito de hablar con algún paisano sobre alguno de esos temas que aun siendo de poco poso sirven para hacer desaparecer esas dichosas fobias que almacenamos los seres de la civilización del asfalto.

Me quedo con esos sabores de niñez que me llegan a boca cerrada y que tienen nombres propios: queso, chorizos, jamón curado a la vieja usanza, morcillas,  paletillas de cerdo a la orza, potaje, mojete, caldos de ave y carne de caza.

Es verdad que cada vez con mayor empuje el turismo se introduce más y más en nuestras tierras y es también verdad que cada vez más y más ofrecemos mejores aposentos y lugares donde poder comer comida casera y manchega. El futuro; nuestro futuro se encuentra en hacer de nuestro paisaje una fabrica de vida y de sensaciones y en convertir  nuestro pueblo en un lugar donde poder dar paz y tranquilidad. No,  no podemos ejercer de eternos pesimistas. Los de dentro y los de fuera, todos nosotros, tenemos que ayudar a que Pinarejo y la Mancha, generalizando, se convierta en un lugar de transito obligado de turistas.

Que felicidad poder descansar a la vera de las sombras milenarias que adornan los atardeceres de la Plaza de Pinarejo; que hermosura contemplar Pinarejo desde el Molino de Viento, Zona de ocio y ermita y poder comerse unas buenas chuletas de cordero regadas con un buen vino tinto; que gozada bañarse en su piscina municipal; que entrañable pasear por el pasaje de la Hoz; que relajante recorrer en bicicleta los caminos de su término y que felicidad oír los trinos de las pequeñas avecillas allí arriba en los huecos de las vigas junto a los salientes de  las tejas. Todo esto lo añoro ....y como lo añoro.  

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