miércoles, 15 de junio de 2011

CONTESTACIÓN A UN CONTERTULIO

Uno recuerda y en este trance tiene miedo a dejarse en el tintero determinados momentos de una infancia ya lejana pero a pesar de todo presente aun en su vida. Me viene que algunos de los que me leen pueden llegar a pensar ¿y que nos dice éste y por qué lo dice? La verdad sea dicha es que detrás de mis recuerdos sólo hay cariño desinteresado hacia ese pueblo en el cual nací y al cual llevo muy dentro. Todo lo demás hasta lo más insignificante que se pueda encontrar en mis lecturas esta pensado y escrito con el único ánimo de “hacer pueblo”, es decir, de abrir los caminos que nos pueden llevar a todos hacia un conocimiento más exacto de lo que es nuestra cultura y nuestra forma de ser. Y en este empeño todo resulta útil y válido por muy insignificante que parezca. La verdad sea dicha es que, en éstas que estamos, partimos casi de cero. Es cuestión entre todos de abrir una puerta a la esperanza. A eso precisamente se debe el que toque diferentes temas con el fin de provocar recelos y hasta diría yo preguntas. No, por no ser no soy fraile ni cura, como algún amigo ha querido interpretar o deducir de mis escritos. Soy, como decía Marañón, humanista, no por mi forma de pensar sino por mi manera de ser.

Hechas estas aclaraciones tengo que decir que de aquella infancia a la que me refiero me han quedado en la memoria, que es a la que recurro de vez en cuando como todos los mortales, algunas anécdotas que si tienen paciencia les iré descifrando con tiento.

José Vte. Navarro Rubio

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