jueves, 16 de junio de 2011

FRANCISCO REQUENA OLMEDILLA Y LA CATEDRAL DE CUENCA

La historia tiene que ver con Francisco Requena Olmedilla, conocido de forma amistosa con el apodo de: “Cuatro Carros” y un suceso que ocurrió en Cuenca. Los que no conozcan el tema se podrán preguntar a que se debe el apodo: mote. “Cuatro Carros”. Era éste el mote de un maestro de Pinarejo, de principios de siglo que vivía en la calle de Melgarejo, en la casa que fue de Ignacio Villasante. Al parecer el día 13 de abril de 1902, se encontraba este hombre, por entonces niño de 14 años, en Cuenca (capital) visitando la Catedral cuando un rayo cayó sobre la torre de las campanas, llamada del Giraldo, lo que provocó un gran desprendimiento y hundimiento de piedras.


    
CUANDO SE HUNDIÓ LA TORRE DE LA CATEDRAL
                            13 de abril de 1902

Poesía de Francisco Requena Olmedilla (maestro de Pinarejo)

Yo mismo me quedé en un segundo piso,
cuando la torre cayóse desplomada,
sobre el portal que estaba edificada,
quedándome en el hueco que Dios lo quiso.

Para mi mismo, fue el sitio preciso,
aunque mi vida quédose sepultada,
entre ruínas de escombros superada,
faltándome poco para ser occioso.

Y huyó la luz del sol en ese día,
y para mí, que ni reía, ni lloraba,
aunque yo aratos, yo muerto me creía.

Hasta que ya oí la voz que me llamaba,
vibrando asíen mi pecho mi alegría,
pues mi vida a la muerte secuestraba.
         

A su llegada a Pinarejo la familia del niño comenzó a contar que los bloques de piedra eran tan grandes que hacían falta cuatro carros para transportarlos. La buena cuestión es que consecuencia de sus comentarios se quedó con el sambenito de “Cuatro Carros”

Así está recogida la noticia en el diario Ofensiva, días 13-14 y 16 de abril de 1952:

Artículo de Carlos Carretero del Castillo: Hoy hace 50 años que se hundió la torre de nuestra ciudad:

El artículo recoge en parrte información del Boletín Eclesiástico:

Lograron sacar aunque con grandes esfuerzos y riesgos de sus propias vidas a un joven de 14 años llamado Francisco Requena que, aprisionado entre los escombros todos su cuerpo, tuvo la suerte de su cabeza quedase descubierta entre dos sillares unidos por la parte superior y separados por la inferior.

El niño salvado Francisco Requena indicó que sus compañeros iban delante por haberse vuelto él por la capa que se la había dejado en las campanas.


Noticia:

“La catástrofe por el hundimiento de la Torre del Giraldo de la Catedral de Cuenca, el 13 de abril de 1902, vino a dar luz, sin embargo, a una de las desconocidas joyas españolas, pues como bien escribía el arquitecto restaurador Vicente Lampérez (1841-1923) “el templo conquense es un monumento sólo conocido y apreciado por muy contados arqueólogos del pasado siglo, pero ignorado de la mayoría de los modernos, hasta que por el hundimiento de la torre llamó la atención de las gentes”. Cuatro meses después, el propio Gobierno de España declaró la Catedral Monumento Nacional por Real Orden del 23 de agosto de 1902, previos los informes de las Academias de la Historia y de las Bellas Artes de San Fernando, siendo uno de los redactores del informe Leopoldo Pedreira Taibo, Catedrático de Geografía e Historia del Instituto de Cuenca.

Un año después de la aprobación del presupuesto llegó el gran día de la colocación de la primera piedra. Fue el miércoles 28 de septiembre de 1910, día en el que coincidía curiosamente con el cumpleaños del obispo Sangüesa, el prelado que lloró con el hundimiento de la Torre y la muerte de los niños; que vio inaugurar el puente de San Pablo en 1903, que inauguró la Torre de El Salvador y que bendijo la primera piedra.

La Plaza Mayor estaba muy animada aquel 28 de septiembre a las cuatro de la tarde. La Banda de Música, dirigida por el maestro Rubio, interpretaba una serie de marchas, y desde la puerta lateral salió la comitiva con el prelado, cabildo catedral y autoridades en cortejo procesional por la calle de Obispo Valero y Plaza Mayor, para situarse en el atrio de la Catedral tapada por andamios, a la altura de la calle de San Pedro, para llega hasta el lugar donde se encontraba suspendida la primera piedra en una polea de la máquina elevadora. En la cara posterior de la cuadrada piedra había pintada una cruz en color carmín. Sobre una mesa se situó la caja de plomo que se iba a enterrar en la primera piedra, y frente a la tribuna principal se encontraba expuesta una maqueta del proyecto de la fachada que se iba a construir. Se trataba de la fachada actual en la que cien años después no se han construido las torres diseñadas a cada lado, quedando inconclusa”

                                  
                                                                  


José Vte. Navarro Rubio

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