martes, 14 de junio de 2011

DE CUANDO LAS TIENDAS ERAN ULTRAMARINOS

Recuerdo que había en la plaza de Pinarejo una tienda de comestibles, ultramarinos, a la que iban nuestras madres para realiza trueques y para comprar lo que era necesario para el día. Era esta una tienda que tenía un aroma especial que recuperé un día, después de 45 años, de viaje por Galicia. Recuerdo que cuando salía de la tienda dije: “Esta tienda huele igual que la de mi pueblo”. Realmente no sabría decir de donde venía el olor ahora, bien, lo intuyo. En aquella tienda había entre otras cosas: sardinas saladas de bota, huevos, bacalao, arenques ahumados, jamones, quesos, atún, sardinas en aceite, vino en garrafas, botes de tomate, colonia. Se vendía de todo lo que uno se puede imaginar. Lo que más llamaba la atención de la tienda era el mostrador, recio, y de madera curada por la gran cantidad de mercancías que habían descansado sobre él y le habían conferido parte de su ser inanimado.

Cuando acudía con mi madre para realizar las compras recuerdo como este hombre, el tendero, con gran tranquilidad iba despachando lo poco que se le pedía y debe ser de esos días el que me venga a mí de vez en cuando el recuerdo a ese olor que durante tanto tiempo ha navegado por mi subconsciente y que a veces cuando he estado comiendo en un restaurante me ha aflorado en forma de rebeldía y me ha obligado a decir: ¡A mí por favor de guarnición un huevo frito! Y en voz baja: ‘Vale ya de tonterías!

Mis pequeños pecados consisten en comprar de vez en cuando sardinas saladas o en escabeche, tocino curado, chorizos y queso en aceite que dejo en la nevera y que poco a poco me los voy comiendo como si fueran un gran tesoro y a escondidas como si fuera un niño. ¡Ya ves tú con que poco se conforma la persona después de haber recorrido por la vida un trecho de mas de 50 años! Uno se conforma con volver en sueños a aquella tienda y en observar como su madre hacia la compra y en comprobar como los olores de la tienda vuelven a surgir en mi ser como si se hubiera operado un hechizo.

L a vida puede ser todo lo que uno quiere que sea, ahora no te olvides de los pequeños detalles, sobretodo de aquellos que honran a las personas y ayudan a configurar el carácter.

José Vte Navarro Rubio

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