sábado, 11 de junio de 2011

EL COCO; EL TÍO DEL SACO O DEL SEBO Y MARIA SARMIENTOS

EL TÍO DEL SACO O DEL SEBO

Este personaje si que era temido en Pinarejo, tanto por los más pequeños, como por los mayores, sobre todo por las mujeres que eran las que solían hablar de estos temas. Hay que tener en cuenta que las noticias en otras épocas no se trasmitían de la misma forma que en la actualidad y que cuando llegaban noticias con sucesos que tenían que ver con asesinatos horrendos y sobre personajes como el hombre del sebo la imaginación volaba y saltaban a la palestra viejas historias que tenían que ver con hechos parecidos que habían sucedido en otros tiempos. En esos días las llaves de las casas se echaban por dentro y la gente permanecía en una especie de vigía permanente. Fueron famosos y continúan vigentes en la memoria histórica, los siguientes crímenes:

-El crimen de la plancha: 1901.
-El crimen de la tinaja: 1969
-El crimen de la calle Fuencarral: 1888
-Los crímenes del Sacamantecas: 1870
-Los crímenes del arropiero: 1964
-El crimen de D. Benito: 1902
-Los crímenes de Jarabo: 1958
-El crimen de la encajera: 1932

En lo que se refiere al tío u hombre del sebo, sacamantecas, hace poco vi una película llamada el Perfume. Esta película viene a recoger lo que yo y otros/as sentíamos cuando se hablaba del hombre del saco, del sebo.

'El Perfume' se centra en la vida de Jean-Baptiste Grenouille, un hombre que no desprende olor, pero que tiene el sentido del olfato extremadamente desarrollado. El protagonista, obsesionado por encontrar el perfume que destile la esencia de la belleza, se acabará convirtiendo en un asesino en serie.

Supongo que cada uno de nosotros/as tendrá una imagen del hombre del saco y que estas imágenes serán muy diferentes entre sí. Esta imagen esta ligada necesariamente a lo que dentro del ámbito familiar más estricto se solía trasmitir de generación en generación. Yo me lo imaginaba desgreñado, con barba y bigote sin arreglar, delgado y con un saco colgando de la espalda, albarcas con barro en las suelas, andando a pie y saltando or ls noches los paredones de los corrales.

Era normal cuando se jugaba en la calle y se acercaba un extraño que las madres llamaran a sus hijos/as diciendo: ¡Que viene el hombre del saco! con el fin de despejar la calle y que los niños volvieran a casa.

Como era usual las historias del hombre del saco se contaban alrededor de un buen fuego y cerca de la chimenea. Allí removiendo con las tenazas las brasas y comiendo castañas asadas se oían historias terroríficas y conforme se comenzaba a hablar sobre el tema los contertulios iban incorporando nuevas situaciones y anécdotas. Lo peor era cuando la conversación se acababa, las brasas dejaban de cumplir su función, es decir dar calor, y había que irse a dormir. En esos momentos el hombre del saco resucitaba y comenzaba a rondar su presencia a nuestro alrededor, sí encima surgía la amenaza en forma de: ¡a callar o vendrá el hombre del saco! Para que hablar más del tema, ¡se armaba cada cisco' Era, no lo duden, el momento de callar, de no respirar, de protegerse bajo las sabanas y mantas y de intentar dormir con el fin de que se fuera el miedo.

La figura del hombre del saco solía salir fuera del ambiente familiar y se convertía en motivo de muchas tertulias. Los chiquillos y chiquilla solíamos hablar del tema aprovechando los momentos en que nos encontrábamos jugando en la Plaza. Nada más mencionar la palabra todos callábamos formándose a continuación un pequeño corro alrededor del narrador.

Tal era el miedo y las precauciones que se tomaban que cuando a los pueblos llegaban desconocidos: pobres, afiladores, quinquilleros, se encontraban, muchas veces, en su recorrido por las calles, las puertas cerradas a cal y canto. Todo esto por culpa del hombre del saco, del sebo y con aquellas histórias tan ejemplarizantes.

Pongan atención, ustedes que son de Pinarejo. Recuerdan cuando nuestros padres y abuelos, dormían, al lado del ato, allí por “la Murciana” o ·el Rubial” al amparo del carro en pleno barbecho. Los miedos que pasarían mientras por sus mentes pasaba la imagen del hombre del saco que les habían trasmitido sus padres; o cuando nuestras madres y abuelas se quedaban a solas en las casas porque los hombres de la casa se habían ido a trabajar a Ciudad Real, Andalucía o cualquier otro lugar fuera de los confines del término de Pinarejo. En esas noches toda la familia: madre e hijos/as pequeños/as acostumbraban dormír juntos en la misma cama o habitación, porque al hombre del saco la tradición lo hacía, entre otras cosas, saltando los paredones de los corrales y entrando a las casas por la parte de atrás, el menos protegido, y el que siempre daba a los campos con siembras, en el caso éste último, de las casas que circundaban por fuera el pueblo, es decir el perímetro externo casco urbano.

Algo parecido en forma de sátiro, caza abuelas, tuvimos en Pinarejo, eso se rumoreo, allá por los años 80 del siglo XX.

Como escribe Chema Gutiérrez, parece ser que fue el mejor referente para padres sin imaginación a la hora de echar mano de figuras para asustar a los niños, ya que no debía ser muy difícil encontrar algun hombre con un saco al hombro e inventarse fabulosas historias sobre lo que metía dentro.

La versión más completa e impresionante sobre el Hombre del Saco, nos la da el gran folklorista Joan Amades: “A fin de procurarse víctimas, rondaban por las calles unos hombres con un saco al hombro, que sonaban una tonadilla que atraía a cuantos niños la oían, los cuales se sentían como hechizados a su son y, sin darse cuenta, iban tras el músico, quien los conducía hasta un paraje despoblado, donde aprovechaba un momento para retorcerles el pescuezo, metiéndolos en un saco y llevándolos luego al desollador, quien le pagaba a buen precio su carga”

Bueno, por hoy ya esta bien que se hace de noche y he oído un ruido, me voy a cerrar las puertas que el asunto no me ha gustado un pelo.

¡Oiga, pero que hace usted ahí! ¿Para que quiere ese saco? ¿Por qué me mira de esa forma tan fija? ¿Usted no será........el hombre......del.......s........o?

EL COCO

Como venía diciendo "el coco", "el hombre" del saco o sebo" y "el lobo" eran de los personajes más temidos en nuestra infancia allá en Pinarejo. “El coco” venía a ser lo que son los actuales fantasmas, pero en versión infantil y se utilizaba como forma de juego, pero casi siempre para asustar por parte de los mayores a los más pequeños. Era una de las amenazas que más se usaban cuando lo que se buscaba era el silencio o que hicieras algo diferente a lo que estabas realizando hasta esos momentos. Por eso en la oscuridad de la noche se decía ¡que viene el coco! o bien ¡o te callas o vendrá el coco! En ese momento los dormitorios se convertían en verdaderas sepulturas en las que se mascaba hasta el silencio. Las sábanas y las mantas se subían hasta la altura de los ojos y esperábamos, hasta que creíamos sentir o percibir al coco, para taparnos y encogernos  hasta los extremos de tocarnos con las rodilla la misma barbilla.

Dependiendo de la edad cronológica el coco trasmitía diferentes sensaciones. Pero lo bien cierto es que ya desde muy pequeños se mencionaba su nombre con fines persuasivos. Por eso, que ya he comentado, cuando se decía que viene el coco los perceptores del mensaje nos quedábamos en el más absoluto de los silencios a la espera de un toque en la puerta, de unas pisadas, de un golpe en la pared, de un repizco y cuando esto pasaba, que casi siempre solía ocurrir, salía a relucir la exclamación o el llanto.

El coco por otra parte no solía tener textura, ni cara, ni imagen. Así es como yo lo presentía. Algunos autores que han trabajado sobre el tema dicen que la palabra coco tiene que ver con testera, cabeza.

Bien pensado el hecho de que la palabra "el Coco" no estuviera asociada a nada en concreto puede venir motivado por el hecho de que comenzaba siendo una canción de cuna que evolucionaba en función del contexto y de las circunstancias hasta edades más maduras de nuestra infancia.

Yo me imaginaba al coco entrando en casa o bajando por aquellas calles que enfilaban con el camino que llevaba al cementerio. También me lo imaginaba viniendo desde Santa Ana o por el camino de Villar de la Encina. A veces nuestras madres solían amenazarnos con el siguiente comentario: "come antes de que venga el coco que lo han visto cerca del “el pozo de Santa Ana” ¿Se Imagínan lo largo y eterno que se podía hacer la espera?

El coco era para los inviernos lo que el frío y la nieve, por eso en los anocheceres aquellos de los inviernos duros el coco se convertía en un personaje casi familiar que vivía dentro de las casas y que no se sabía dónde realmente se encontraba pero al cual te podías encontrar en cualquier momento.

El cancionero relacionado con el Coco en sus diferentes versiones, es decir como amenaza para que te callaras o como expresión para que comieras o durmieras no es muy diferente, las versiones más conocidas por parte de nuestros padres fueron:

PRIMERA VERSIÓN

Duérmete niño,
duérmete ya,
que viene el coco
y te comerá.

SEGUNDA VERSIÓN
Duerme, niño, duerme,
duerme, que viene el coco,
y se lleva a los niños
que duermen poco.

En la provincia de Cuenca (España), el folklorista Pedro C. Cerrillo 1990, recoge algunas nanas:

TERCERA VERSIÓN
¡A dormir! ¡A callar!
Mira, que viene el coco
y te va a llevar.

Con decirle a mi niño
que viene el coco,
le va perdiendo el miedo
poquito a poco

Yo, de todos las versiones la que más recuerdo en Pinarejo es la primera y la tercera. Pero este Coco, de la primera versión, convertido casi en canción de cuna no es igual al otro “Coco” al cual me he referido en este escrito. El otro era un Coco más secó y con menos adornos. Era el Coco de la coacción que servia para que dejaras de hacer todo lo que estabas haciendo hasta esos momentos. También servía para meter a los niños la cuchara en la boca con la comida: “ ¡comes o vendrá el coco!

Para el folklorista aragonés Chema Gutiérrez, el Coco es sólo el nombre más popular de una de las figuras atemorizadoras inventadas en todas las culturas y destinadas de forma especial a mentes infantiles, por medio de las cuales el niño aprende lo que no se debe hacer. Muy pragmático en este aspecto, el Coco toma en cada caso el aspecto que más efectivo resulta.

El autor español Covarrubias describía así al Coco en 1611: El coco —en lenguaje de los niños vale figura que causa espanto, y ninguna tanto como las que están a lo oscuro o muestran color negro, de Cus, nombre propio de Can, que reinó en la Etiopía, tierra de negros.

Bueno ya esta bien de cocos todos a dormir pero antes miren bien debajo de la cama, en el armario, detrás de las cortinas de la ducha y como no a vuestras espaldas, pues el coco esta noche puede entrar en tu casa. Si esta noche escuchas un golpe ten en cuenta que no es fruto de tu imaginación, es que el coco aquel de tu años mozos ha vuelto de nuevo

MARÍA SARMIENTOS

Cuando intentamos recuperar nuestras raíces, todo por insignificante que parezca tiene su importancia. Hay tres cuentos o personajes que para los que tenemos una cierta edad y nacimos en Pinarejo son muy significativos: “El hombre del saco”, “El coco” y “Maria Sarmiento”. Los jóvenes dirán ¡vaya tontería!, pero los mayores, nosotros, y nuestros padres y abuelos pensaban y pensamos de forma diferente.

En aquellas épocas en que no existían los medios de comunicación y en que las costumbres estaban muy arraigadas era normal irse a la cama con uno de estos cuentos que a algunos de nosotros llegaba a aterrorizar y nos hacia pasar la noche en vela pendientes de los pequeños rayos de luz o de las sombras que se atinaban a adivinar más allá de los límites de la cama o del camastro. El chisporreo de las brasas en la chimenea, la coz de un caballo en la cuadra, el caminar de un ratón en busca del grano de trigo, en la cámara, eran algunas de las excusas para taparse bajo las mantas, a la espera del no se qué y de comenzar a gritar hasta que llegaba casi siempre nuestra madre y nos daba algún renegón que servía para que todo volviera a sus cauces de normalidad.

Yo siempre asocié a Maria Sarmiento a nuestro pueblo y me la imaginaba delgada como un sarmiento y haciendo sus necesidades allí en el “Molino de Viento”, con las sayas levantadas. Esa imagen de María Sarmiento, y la canción que oímos a nuestras madres, supongo que estaría también desperdigada por toda la geografía peninsular, así tuvo que ser, pero lo que no sé es a que nivel ni a que escala se utilizaba el cuento y la tonadilla.

El momento más adecuado para contar el cuento era en los momentos anteriores en los que nos teníamos que ir a dormir. El cuento, que no cuento y sí poema, lo creo recordar de la siguiente forma:

“Este es el cuento de María Sarmiento,
que se fue a cagar y se la llevó el viento,
y cagó tres pelotillas;
una para Juan,
otra para Pedro
y otra para quien hable primero.
Y yo se la haré comer y puedo hablar
porque tengo las llaves del cielo”


Nada más se terminaba de contar el cuento todos nos callábamos hasta que alguno se reía y pagaba. La última parte del cuento también podía decirse de la siguiente forma: Yo como tengo las llaves del cielo puedo hablar todo lo que quiero.

Y digo yo, que manera más inocente de vivir la nuestra, ya que nada tiene que ver con las generaciones que nos han precedido. Ahora todo consiste en regalos y más regalos. Un día de estos contaré con lujo de detalles como eran nuestras Navidades allá en Pinarejo y lo bien que nos sentaron pues desconocíamos lo que era la envidia. Éramos consecuencia de la latente falta de  medios más participes y responsables dentro del ámbito familiar. Concluyendo, todo eso nos obligaba a madurar y a saber valorar hasta lo más insignificante. A reír cuando tocaba reír, a llorar cuando era el momento de llorar y no otro, y a trabajar cuando tocaba sacar la casa hacia delante.

Volviendo con Maria Sarmiento, yo, también la recuerdo como María Sarmientos, no se si la “s” es cosa mía o así me fue contando. Se supone que es uno de los personajes que aparece en el cuadro de Velásquez “Las Meninas”: la que ofrece un vaso de agua a la Infanta Margarita. Este personaje no aparece citado en los libros de Covarrubias, ni de Correas, ni de Sbari, ni de Montoto.

Existió una María Sarmiento, nodriza de Felipe II, y la que, en calidad de tal, asistió el día 5 de Junio de 1527 a la solemne ceremonia del bautismo del príncipe (más tarde Felipe II), que se celebró en la Iglesia de San Pablo de Valladolid. ¿Será este el personaje y las pelotillas tienen algún significado especial que se nos escapa.? ¿La burla tendría que ver con algunos personajes de la corte?. Quizas.

Yo creo que si hubiera que poner el nombre de una nueva calle en nuestro pueblo que bonito sería que llevara el nombre de calle de “María Sarmiento” . Yo la haría hija adoptiva, ¿por qué?. Respuesta. Porque se convirtió en el último eslabón que llevó a muchos pinarejeros/as hacia el dulce sueño.
José Vte. Navarro Rubio




No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...