lunes, 27 de junio de 2011

POEMAS AL POETA OLVIDADO

                     I
No se si la tierra te ayudó amigo
a escribir esos poemas
que ahora forman parte de algunos libros,
ni se tampoco si en la hora cercana a tu muerte
rodeado de familiares y amigos
pudo Federico Muelas taparte los ojos
y decir entre dientes: Adiós amigo.

¿Desconozco como fue tu muerte allí en la ciudad
que se abalanza a diario sobre el abismo
e ignoro por ser tu vida corta
que fue de tus poesías y escritos?

Llora la mañana en un camposanto
adornado de coronas y mármol frío
y cuando vuelvo la vista
a esos tus versos
siento que en aquel cementerio de los ponientes
rodeado de abetos y nichos
continuas siendo para todos aquellos
que han leído tus escritos
una leve esperanza, quizás un quejido,
a lo sumo un joven poeta
que a la espera de una resurrección de la carne y del espíritu
guarda en un olvidado bolsillo
un viejo poema que nos habla de pájaros asustadizos.

Vuelve el silencio en estos momentos
en que la noche busca escondites
y a los sumo ya las 23:30 horas
de un lunes, del mes de junio, maldito,
aporreo con los dedos unas teclas
y me quedo a la espera de acabar con este verso, amigo,
paisano que en Pinarejo fuiste niño, en Madrid jurista
y en Cuenca poeta y enfermo crónico de un mal
que te llevó por las llanuras infinitas de unos campos yermos 
a otros campos donde solo prevalece el olvido.

             II
Poeta cabal te llamaron
y de cabal tuvistes lo mismo
que tienen las golondrinas
cuando en vuelo rasante y escurridizo
cruzan las calles y campos de estos  nuestros pueblos
siempre a la búsqueda de un lugar o sitio
donde construir can barro y paja su nido.

Campanadas  y piedras
a la vera de esa iglesia de Santa Águeda
sirvieron para agudizar tu ingenio
y ya en edad madura construir un libro
con versos ablentados en la era de tu inteligencia
que nos hablan de nubes que caen por la chimenea,
de jardineros, calles empedradas
y de un sitio lleno de cardos que para ti
era el sitio de la lluvia.

Ahora,
ya el tiempo convertido en testigo
y pasados los años
intento comprender
el porque de ese tu fatal destino
y solo me quedan sensaciones y ocurrencias
con las que poder construir
entre líneas y más líneas
una frase con la que definir tu andadura
por este mundo tan duro
y de todas ellas me quedo
con aquella tuya que decía:
pájaro muerto en el invierno
como una voz helada.

José Vte . Navarro Rubio
             

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