domingo, 26 de junio de 2011

POEMAS Y VILLANCICOS: A una posada

Vieja posada y mesón de Pinarejo,
hoy un recuerdo ya perdido,
y en otros tiempos, allí en la Solanilla,
abierta a los forasteros
como si fuera un escaparate de oficios
en la que los arrieros, pastores, yunteros,
mimbreros, castradores, silleros y mochileros
llegaban de vez en cuando hasta el pueblo
y se aposentaban en sus dependencias
para los tiempos de la fiesta grande de Pinarejo
y de mercado semanal en la plaza
y durante los días en el que las cosechas granaban
y los animales pacían en los barbechos
a la espera de su retorno a las cuadras
para dormir y esperar el nuevo día.

Vieja posada de atrio abierto a otro mundo
y de un patio de columnas castellanas
y de geranios instalados en las ventanas paredes y suelo
como si fueran una estampa sacada
de un sainete de los hermanos Álvarez Quintero.

Y de la posada me llamaba la atención
sus horas muertas aunque siempre vivas
en que los hombres y las bestias dormían
en un binomio perfecto llamado carne y hueso
como sí unos y otros formaran parte de un único destino.

Y de todas las estancias sus cuadradas
con olor a paja, cebada, avena y trigo
y las conversaciones entretenidas de los muleros
mientras arreglaban a los animales
y hablaban de lo difícil que estaba
ganarse el pan nuestro de cada día.

Y Pinarejo tenía una posada
y la posada era su alegría
y Feliciano era el mesonero que la atendía.

José Vte Navarro Rubio

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