jueves, 16 de junio de 2011

POESÍA: MIRAD A PINAREJO

Nace esta poesía como consecuencia de un paseo realizado allá por el mes de enero por las diferentes calles del pueblo. Esta poesía viene a recoger exactamente ese momento.

Mirad a Pinarejo
cual yace dormido
y como en mitad
de esos silencios
tan clamorosos y continuos
se oye el caer de la lluvia
y su canto regular y certero
al estrellarse sobre el suelo
y entrar por las ventanas
para sentarse junto a las personas
al lado del hospitalario fuego.

Observad como con el tiempo
todo cambia
y cual oasis en el desierto
surge allí
en la derruidas casas del pueblo
donde en otros días hubo
vida, esperanza y resuello
retazos de naturaleza viva
en forma de verde hiedra
que sirve de ornamento
a los viejos paredones
tras los que se cocieron
en otros días y momentos
historias y más historias
que tienen que ver
con nuestras gentes y el pueblo.

Escuchad ese cántico espiritual
tan dulce y bello
que nos trae en forma de leve brisa
el calmado viento
desde más allá de la era del Molino,
de la ermita y del merendero,
¡allí en el cementerio
donde descansan los nuestros!
y como cuando llega la noche
se oye el crujir de las ventanas
y algún que otro golpe seco
y después la calma chicha
y con ella largos silencios
que descienden como si fueran
lápidas frías del cementerio
desde los altos techos
hasta los ladrillos de barro cocido
con que se visten de gala los suelos.

Contemplad como lloran los campos
de no sentir la afilada reja de acero
acariciar su áspero cuerpo
al abrir los surcos hacia el cielo
para que sean cual senos maternos
cariñosos y mullidos lechos
donde poder germinar las semillas
tras recabar a diestro y siniestro
de nuestros antepasados labriegos
gotas de sudor y lágrimas
como único y especial alimento.

Mirad como el alto campanario
abre sus brazos hacia el cielo
para rogar por todos nosotros
entre esos fríos tan eternos
que moran allí en el firmamento
cerca de donde las estrellas
hacen por las noches de luceros.

Oíd como sus rezos son
como un congojado lamento
que recorre de punta a punta
todo el perímetro de Pinarejo
veniéndose a dormir
a las viejas casas del pueblo
a esas horas en que a sus moradores
les viene dulcemente el sueño.

José Vte. Navarro Rubio

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