MIRADOR
Rompen las piedras sus silencios
y en la mitad de una mañana
se oyen allí donde la senda
raja el vientre de la montaña
lamentos profundos
que suben de rama en rama
hasta la vetusta balconada
PASAJE
En el pasadizo pisadas
y un eco profundo
como el ronquido de una alimaña
nos avisa que en su fondo se abre
una amplia balconada
de pretil vetusto
en el que se pierden las miradas
en la búsqueda de unas aguas
que por el desfiladero pasan
MERCADERIA
Mercadillo de búcaros, botijos y jarras
ante mi vista se alzan
en esta Cuenca milenaria,
que se batió en mil y una batalla
con tal de ser más que reino, patria,
de hombres y mujeres ilustres
que te dan prestigio y fama.
Cuenca de mis amores
que a mi puerta llamas
y en mi corazón descansa
siento, en esta fría mañana,
como el tiempo pasa y se ríe el destino
cuando de mi boca salen
palabras que tienen que ver
con la hermosura que escondes
tras esas piedras que te sirven de fachada
RECOLETA
Nace la calle y muere sin saber
que fueron de aquellas mañanas
en la que el agua bajaba
a la búsqueda de una rambla
en la que volver a ser
parte de esas corrientes rápidas
que al llegar al llano se paran
para oír trinar en las alamedas
a los incautos gorriones
que posados sobre la rama sueñan
con que tienen picos de oro y alas de plata.
PIEDRA Y ALMA
Se levanta la catedral y en su imponencia
trasmite calma
en medio de silencios enormes
que como si fueran penas sacadas del alma
irrumpen en los albores de la mañana
y se alejan hacía los abismales acantilados
desde los que se contempla
la frondosa vegetación y el respirar del tiempo
a medida que las horas avanzan
e inundan el orbe de silencios que se palpan
AL FINAL DE LA ESCALINATA
Escalera de mis amores
la calle no acaba
pues renace más allá
de aquel pasadizo entre casas
que esconde entre sus viejas piedras
a besos labradas
suspiros de enamorados
que entre sonrisas y carcajadas
ponen música de cámara
al riguroso frío de esta angelical mañana.
ENRAIZADA
descansa la tinaja
y mira hacia los lejanos lugares
donde un día fue
más que un objeto para ser contemplado
paternal panza
en la que jóvenes vinos de la Mancha
se cocían y fermentaban.
Calla la tinaja
pues de tanto ser hervidero de vinos
tiene el pecho quemado
y sus labios consumidos por la calina ingrata
que aprieta en las tardes veraniegas
de esta Cuenca tan española y castellana
SE DE UN LUGAR
Al otro lado de la verja unas casas
entre verdes follajes nos enseñan sus fachadas
mientras viejas piedras hacen de valla
como si fueran fieles guarda espaldas
de los esbeltos árboles y de las verdes montañas
que nacen allí donde la naturaleza
no es nada más
que fértiles tierras y cristalinas aguas
RINCÓN PARA SOÑAR
Un viejo edificio,
una casa y una parra
y más allá la montaña.
Solo las piedras con sus silencios
nos acompañan
a ese momento preciso
en que la casa estaba habitada
y a esos rincones ocultos
entre rejas, tejas y ventanas
desde donde se ve a Cuenca
despertarse por las mañanas.
VOLVERÉ
Como si fuera la Gran Muralla China
avanza el estrecho sendero
desde lo más alto de Cuenca
hasta sus partes más bajas.
Sobre piedras sedientas
hunde el cemento sus garras
y convierte con sus grandes ansias
a los viejos peñascos
en paseos, calles y coquetas plazas.
PAISAJE URBANO
Son las mismas vivencias
las que llevan a estos edificios
a compartir unos idénticos rasgos
dentro de una misma ciudad
que se abre y cierra al mismo tiempo
como sí desde los siglos de los siglos
hubiera sido diseñada para ser
una eterna cenicienta
que busca al otro de la hoz del río
nuevos caminos con los que poder huir
de ese destino que le sujeta a la roca.
EN UN LUGAR DEL ALMA
Se cierra todo como si fuera un círculo
y allí donde todo parecía ya pedido
vuelven a surgir nuevos espacios
que nos transportan
hacia esos límites precisos
donde le pasado y el presente
parecen unidos por un mismo hilo
RINCÓN
Se asoma la balconada
en sus ansias de vivir
del rumor de aguas
que lleva el río,
mientras llega la noche
y se lleva
como si fuera por arte divino
los ligeros rumores
que desde la calle se expanden
por el espacio infinito.
LA LUZ SE HARÁ
Son las farolas con su perfecto equilibrio
las que señala en las largas noches el camino
que nos lleva a través de las calles de Cuenca
de unos sitios a otros sitios
cada vez más bellos y llenos de olor a antiguo.
MIRANDO EL CIELO
Mira sin saber donde está su destino,
sí aquí junto a a las piedras
de aquella Cuenca inmortal
construida al borde de un precipicio
o allá en el llano
más acorde con los nuevos tiempos
y con un claro sentido de servicio público.
José Vte. Navarro Rubio
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