jueves, 16 de junio de 2011

VIEJAS HISTORIAS ENTRE PUEBLOS

Me cuentan las fuentes orales que hacia principios del siglo XX ocurrió un hecho pintoresco en Pinarejo. El buen caso es que un buen día desapareció el gorrino de San Antón de Pinarejo. Por aquella época había mucha tradición en lo que se refiere a esta antigua costumbre que consistía en dar de comer como un rey a un gorrino que vagaba por el pueblo durante buena parte del año hasta que finalmente era sorteado. Como era normal todo el mundo estaba encima del gorrino y se sabía con pelos y señales por donde paraba en cualquier momento del día. El gorrino vagaba a sus anchas y era querido y respetado. Mira por donde un día el gorrino de San Antón de Pinarejo desapareció. Puestas en alerta las principales autoridades del pueblo vino a ocurrir que en el rastreo del gorrino este había llegado hasta la esquina del Molinillo y a partir de este indicio se llegó a saber que no hacia más de una hora que por el lugar había pasado una galera con una carga de agua camino de Santa Maria y entre los bastidores del carruaje algún paisano del pueblo, que andaba por el palomar de los Sandovales, arreglándose el cuerpo, es decir haciendo una necesidad fisiológica, había oído unos gruñidos y había visto las orejas de un puerco en un carruaje que bajaba hasta Santa Maria por la carretera.

Mandó la primera autoridad de Pinarejo que un grupo de vecinos con el Juez de Paz al frente saliera camino de Santa Maria con el fin de pedir explicaciones y recuperar el gorrino. Antes de llegar a los Cerros Blancos nuestra partida de buenos samaritanos localizó a un carruaje parado en un barbecho y a un grupo de vecinos de Santa María guisándose unas gachas justo al borde del camino. Paró la comitiva de Pinarejo junto a los aguadores y después de una muy larga conversación se llegó a un buen entendimiento. Lo bien cierto es que comieron todos gachas en buena armonía y después unos y otros con una chispa hasta las cejas regresaron a sus pueblos respectivos, claro está los de Pinarejo con su gorrino y con ganas de desquite en el entrecejo y los de Santa Maria con su carga de agua. Como se puede comprobar las hay mil y una anécdotas que se puede contar, en lo que tiene que ver con las relaciones entre los pueblos y los desenlaces de ciertas historias.

Hay otra historia que tiene que ver con Pinarejo y el Castillo de Garcimuñoz, fue allá por el mes de enero de 1751. Por aquellos días fueron llamados a declarar 8 testigos en lo que se refiere a las vejaciones que sufrían los alcaldes ordinarios de Pinarejo por parte de las primeras autoridades del Castillo de Garcimuñoz. Entre los malos tratan figuraban injurias y atropellamientos a los alcaldes pedaneos de Pinarejo, Cristóbal Olmedilla y Miguel López Poveda, con motivo de no entregar a los del Castillo la tercia de granos. Señala además el documento que siendo alcalde del Castillo Juan de Pinagua y alcaldes pedaneos de Pinarejo, Alonso Aragón y Miguel García, les pidió el alcalde del Castillo las llaves del posito real de granos de Pinarejo y ante la negativa les hizo muchas amenazas. Especialmente deshonrosas fueron las que sufrieron en el año 1745 los alcaldes de Pinarejo, Manuel López Poveda y Juan de la Fuente, el día de Santa Ana, Patrona de dicho lugar. Ese día acudió a la parroquia el citado Pinuaga, asistido del alguacil mayor de la villa y a la misa mayor hizo prendiese el dicho alguacil al referido Juan de la Fuente y porque éste disimulando se puso a ayudar a misa lo llevó preso al Castillo y lo ultrajó muy mal de palabra. La gresca tenía sus orígenes en que por parte de los vecinos de Pinarejo se había solicitado se librase a su favor Cedula Real de Villazgo, cosa esta última que no interesaba a los del Castillo, por eso se sometía a un especial acoso a los vecinos de Pinarejo con el fin de mermar su caudal público y que estos no pudieran satisfacer el cuantioso costo que suponía pagar a la corona la Cedula de Villazgo. Entre otras medidas pretendían los del Castillo que los 210 vecinos que tenía el lugar de Pinarejo abandonasen sus casas y haciendas y que cada vez que transitaran soldados por el Castillo y pidiesen vagajes se les atendiera en Pinarejo aunque no hicieran falta. También les fue retirada la costumbre que tenían de nombrar alcaldes y los servicios que pagaba a Pinarejo el lugar de la Puebla. Personajes del lugar de Pinarejo eran por aquellos días D. Luis Melgarejo, Caballero de la Orden de Malta; D. Julián López de Poveda y D. Sebastián de la Camara, presbítero.

Consecuencia de estas denuncias se harían los tramites oportunos con tal de, como se dice en le documento, se concluyeran las condiciones del compromiso con el lugar del Pinarejo...de donde pende la tranquilidad que deseo se asegure entre los dos pueblos.

Como se puede comprobar el anecdotario es largo y copioso por eso dejamos para otro día algún que otro relato.

José Vte Navarro Rubio

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