miércoles, 27 de julio de 2011

EL CÓLICO MISERERE



Me viene a cuento el tema de los cólicos misereres y la forma tan convencional que había de reconocer por parte de la gente que no tenía ningún conocimiento sobre  medicina cuales eran las causas de la muerte de algún familiar o conocido. En este sentido aporto al foro tres artículos que yo creo que son interesantes para entender alguna de las cuestiones que tienen que ver con esta enfermedad tan estandarizada en la medicina popular de la época. Recuerdan aquello "¿de que se ha muerto  fulanito?" y la contestación un tanto académica y resaviada: "de un cólico miserere". A lo dicho les dejo con los artículos y a vivir que son dos días.  

Observen este cuadro narrativo sacado de otro blog que no tiene nada que ver con Pinarejo y vean amigos y amigas mías cuanto de esto que aquí se cuenta ocurría también en otros lados. El chismorreo era norma preestablecida y usual cuando no habían otras cosas que hacer y sobraba tiempo para largar por la boca sapos y culebras. Lean y sabran de que les hablo:

PRIMER ARTÍCULO:

La muchacha de la-------------parió a los ocho meses de la boda... a la---------- la de-----------la vieron ayer por las eras con el hijo del "-------", pero el mayor, ese que le gusta el vino y poco trabajar... parece ser que la familia de los "---------" se va a Barcelona... que desgracia lo del hijo del tío---------------------, le entró el cólico miserere y le sacaron de su casa con los pies por delante con solo treinta años... por lo visto en estas fiestas van a traer a la música de otro pueblo porque antaño se enfadaron con los mozos del pueblo por echar a la fuente a un músico.... a la chica de la señora---------------------- la ha dicho un médico en Madrid que tiene algo, y no bueno, !que pena!, de nada le va a servir todo lo que tiene... 

SEGUNDO ARTÍCULO:

"Apendicitis es la inflamación de la última parte del intestino ciego. Hoy en día es de fácil tratamiento, una simple operación resuelve el caso, pero si no se coge a tiempo la inflamación puede romper la pared del intestino. Llegados a ese extremo, las heces salen de los conductos herméticos donde aguardan para ser evacuados y entran en contacto con la sangre y con el resto de mucosas de nuestro organismo. El desenlace, además de fatal, es muy doloroso y terrible para el enfermo.

Pero ¿por qué cólico miserere? Aquí mi padre ya no me podía ayudar a seguir las pistas de las palabras, había topado con un callejón sin salida: siempre se había llamado así, me decía. Así que pedí el comodín del público, me fui al oráculo de internet y tiré los dados: voy a tener suerte, me dije, y vaya si la tuve. Topé con un artículo de la Revista española de enfermedades digestivas: El cólico miserere (Miserere mei): aportaciones sobre su etimología y características clínicas e hipótesis sobre su aportación en la literatura médica de los siglos XVII-XVIII. En el clavo. El autor, Benigno Acea Nebril, busca el rastro de esta terminología en la literatura médica de los siglos reseñados a partir de los fondos históricos de la Biblioteca de Santa Cruz (Universidad de Valladolid).

Nos cuenta Acea que la oclusión intestinal, conocida como cólico miserere, fue una enfermedad enigmática durante buena parte de la historia de la medicina, y a menudo se la confundía con la apendicitis aguda, ya que hasta los siglos XVII y XVIII no se sistematizó el uso de la autopsia como base del conocimiento médico para esclarecer los motivos de la muerte. La misma terminología para ambas enfermedades venía dada por sus similares síntomas: “vómitos fecaloideos, dolor agudo intenso, y muerte. Estas características, junto al rápido e inevitable fallecimiento del sujeto, debió desencadenar una rápida relación entre la enfermedad, la muerte y los actos religiosos vinculados al sepelio, entre los cuales se encuentra el Miserere, un salmo típico de la misa de difuntos. […] El Miserere conllevaba una súplica o plegaria para la curación del enfermo (miserere, en latín: apiádate).” Y no era de extrañar que se encomendasen al Altísimo visto el cuadro clínico que describe Fray Gil de Villalón en el año 1731: “Este dolor es el más violento y peligroso que puede sobrevenir al género humano, al qual llaman los señores Médicos, hilliaco, y bulgarmente Miserere mei, porque se cierra el conducto por donde han de pasar los escrementos por la parte inferior, con que assi el alimento, como los escrementos, se arrojan por la boca, que es la mayor fatalidad que puede suceder a la naturaleza humana. […] quando el mal está muy abanzado, tienen un hedor que aunque le llaman de escrementos, más parece el de un cadáver corrompido…”. Antes de que en el siglo XVIII y principios del XIX se introdujera, poco a poco, un tratamiento quirúrgico, la única medida ejercida sobre los pobres enfermos era la ingesta de metales. Dice Tissot en 1774 que “creyendo el pueblo que en esta enfermedad están anudados los intestinos, hacen tragar balas á los enfermos, ó cantidades grandes de mercurio… La costumbre de hacer tragar balas siempre es perniciosa, y también lo es por lo común el dar el mercurio; pues estos dos remedios pueden agravar la enfermedad, y servir de obstáculo para la curación…”"

TERCER ARTÍCULO:

EFE. Reportajes. El apéndice es una pequeña porción del intestino ciego que debe extirparse en el quirófano cuando se inflama. Para la apendicitis aguda no hay otra solución más que la quirúrgica porque la inflamación se localiza en una zona de la masa intestinal –la derecha- que no tiene salida y, por tanto, las complicaciones derivadas resultarían fatales.

Hasta el primer tercio del siglo XX, la peritonitis ocasionada por la inflamación del apéndice suponía el preludio de una muerte inevitable. El ataque de apendicitis era conocido entre el vulgo y en la literatura como el “cólico miserere”. De esta forma se significaba la fatalidad de una enfermedad que no fue descrita clínicamente hasta finales del siglo XIX, como síntomatología principal del dolor abdominal agudo.

Sin embargo, desde el año 1970 el índice de mortalidad por esta enfermedad es de menos de 1 por 100.000 casos, según datos recientes de la Asociación Médica Mundial (AMM), que considera asimismo a la apendicectomía como una forma de cirugía menor.

La intervención quirúrgica es la única manera de resolver este problema, aunque en los casos en que la inflamación sea extremadamente aguda es conveniente rebajarla antes de que el paciente sea llevado al quirófano, con antibióticos por vía intravenosa, que también se suelen aplicar en la zona intervenida, una vez que el cirujano ha extirpado el apéndice, con el fin de lograr una sepsis segura.

También por laparoscopía
Aparte de la cirugía convencional, el apéndice se puede extirpar por medio de técnicas de laparoscopia por vía vaginal, sobre todo en las mujeres en edad no fértil. Se puede decir que la apendicitis es, hoy en día, una patología simple y grave a la vez, ya que sin operación las complicaciones posteriores son muy peligrosas.

Un ejemplo ilustrativo de la prevención de este problema lo tenemos en los astronautas de la NASA, quienes antes de ser enviados a misiones espaciales son apendicectomizados de forma preventiva, para evitar dificultades irresolubles en caso de que se le presentara un ataque abdominal cuando están en órbita. 

Una convalecencia normal posterior a una operación de apendicitis no debe superar los diez días, aunque pueden presentarse complicaciones que alarguen el proceso hasta las tres semanas o incluso más.  Heces y residuos digestivos, infecciones intestinales o, muy raramente tumores, figuran entre las causas de principales de la inflamación de apendicitis, que suele afectar al doble de mujeres que de hombres, de edades comprendidas entre los 20 y los 30 años, de acuerdo con las estadísticas de la AMM.
El origen de los ataques de apendicitis no se conoce aún muy bien y éstos se pueden presentar a cualquier edad.

Zoom
Un simple análisis de orina
La preocupación por las dificultades de diagnóstico en esta patología en Estados Unidos ha llevado a científicos del hospital de Boston a trabajar en un sencillo análisis de orina que podría permitir llegar a la conclusión clínica acertada, con un margen de error muy escaso, de una forma rápida y con un costo mínimo.
Los investigadores del citado centro médico han identificado una proteína en la orina que es un indicador fiable para la inflamación del apéndice.

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