domingo, 17 de julio de 2011

PINAREJO PATRIA DE EMIGRANTES

Resignación; trabajo y dejar la hiel sobre el surco eran algunas de las recetas que los pinarejeros y pinarejeras sabían trasmitir de forma puntual a sus hijos e hijas. En ello, en el trabajo y en cumplir en el noble arte de doblar la espalda iba la vida y válgame  Dios que las enseñanzas eran bien memorizadas y trasmitidas de padres a hijos, en aquellos momentos en que en las casas hacían falta brazos, con tal de llevar un poco de comida y paremos de contar y de pensar, por ahora, en algo más que no fueran estas elementales cuestiones.

Y digo yo ¿que nos queda de aquellos momentos? Nada o muy poco y todo esto, amigos y amigas porque el mundo ha  cambiado de forma notable y las personas también. Pinarejo no podía vivir de espaldas a esta realidad y por ello sus hijos y hijas o bien salieron del pueblo para hacer fortuna o bien se quedaron en el pueblo a la espera de que algo cambiara. Hablamos de los años 1960, década de los años 60 del siglo XX, en que Pinarejo comenzó a despoblarse debido principalmente a que no había expectativas de futuro, a que el hambre llegaba a las casas  y a que ciertos rumores avisaban de que el futuro, en forma de trabajo, se encontraba a unos cientos de kilómetros. Con las enseñanzas bien aprendidas los pinarejeros y pinarejeras salían del pueblo con la única esperanza de trabajar  y trabajar. Es decir con el sano propósito de hacer aquello para lo que habían sido educados y con la notable intención de dar mejor  futuro a sus hijos. En este decidido empeño muchos lograron su propósito  y  otros se quedaron a medio camino, aunque la verdad sea dicha por ganas de trabajar nunca quedó. La colonia de pinarejeros y pinarejeras en la provincia de Valencia se estableció principalmente en Torrente y alrededor de la ciudad de Valencia. En aquellos días Valencia, ciudad, estaba circundada por barrios emergentes en los que se acomodaba una clase trabajadora procedente de diferentes provincias. Mayoritariamente la emigración  venía de Castilla La Mancha, Extremadura  y Aragón: Teruel. Allí en aquellos lugares convivíamos, unos y otros, sin necesidad de  medidas compensatorias y sin necesidad de auxilio social. Fueron momentos duros de trabajo y más trabajo en que los emigrantes, todos sin excepción, se tenían que acomodar a unos moldes culturales y sociales muy diferentes a los que hasta entonces habían prevalecido en sus vidas. 

Valencia, al igual que Alicante, Baleares, Madrid y Barcelona, supieron desempeñar bien su papel de anfitriones y unos y otros, los emigrantes, mis emigrantes, se fueron poco a poco acomodando a esta nueva forma de vivir y ayudaron con su esfuerzo a regenerar el tejido industrial de lo que luego llamaríamos la España desarrollada.

¡Que tiempos aquellos! No es que los recuerde con amargura, pues yo por aquellos días era un niño y se de lo que sé primero porque lo viví y después porque lo leí y me lo guarde para mis adentros.  

Como iba diciendo la colonia de pinarejeros/ as fue muy extensa en la Comunidad Valenciana. Yo los contaría por cientos. Ahora me pregunto ¿que queda de aquello?, ¿Sabrán los descendientes de aquellos santos varones y hembras que en los confines de La Mancha  hay un pueblo que se llama  Pinarejo que tuvo que ver algo con la vida de sus antepasados?

Creo que deberíamos crear un registro para comunicarnos de pinarejeros y pinarejeras, en el exterior, con tal de que pudiéramos continuar ofreciendo un cierto sosiego a esas almas que dejaron esta vida y quizas por allí, por los cielos astrales, se estén preguntando: ¿Que hay de nuestro pueblo, hijo?     

José Vte Navarro Rubio                                

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