sábado, 22 de octubre de 2011

EL CASTILLO DE GARCIMUÑOZ: EL INFANTE DON JUAN MANUEL Y PEDRO NUÑEZ DE AVENDAÑO: CETRERIA

Nuestros dos personajes están relacionados con dos tema: la caza y el Castillo de Garcimuñoz (Cuenca). Les dejo pues con  ellos y con la cetreria como tema fundamental de este artículo
 
Unos doce años después de la concesión del privilegio real a Juan Vallés para la publicación de su Libro de acetrería y montería, aparece el primer impreso español de caza en sentido estricto, pues pocos años antes se habían publicado las obras de Fernando Basurto y la de Pedro Núñez de Avendaño. El primero es un diálogo entre un pescador y un cazador (de perdices con azor) en el que se trata de mostrar que la caza es peligrosa para el alma y para el cuerpo, pero no así la pesca. El segundo es un compendio de preceptos legales sobre la caza y los cazadores en el que intenta mostrar "quándo, sin ofensa de Dios y el próximo, se pueda esto hazer" (fol. X4). El mismo Núñez de Avendaño reconoce que si la materia de que yo escrivo tratara de dónde son los buenos girifaltes, o neblís, o halcones y cómo se han de cevar, y cómo se ha de lançar el halcón a la caça, o cómo ha de salir de la muda (fol. X3v-4) entonces se trataría de un libro de caza.

Por eso, el primer libro sobre la materia es el Libro de cetrería de caza de azor de Fadrique de Zúñiga y Sotomayor, publicado en Salamanca por Juan de Cánova en 1565. Bibliográficamente es una obra interesante puesto que se han conservado el manuscrito sobre el que los tipógrafos compusieron el impreso (manuscrito 19196 de la Biblioteca Nacional de España) el cual presenta numerosas adiciones, todas ellas incorporadas al texto definitivo. Además de este manuscrito, hay un ejemplar del impreso que hasta el último cuarto del siglo XIX estuvo catalogado como manuscrito en la Biblioteca Nacional de España en el que, según parece, Fadrique de Zúñiga corrigió de su mano gazapos no incluidos en la fe de erratas, y añadió una serie de aclaraciones así como siete hojas con ampliaciones y explicaciones posteriores. Dice que:Aunque de los libros antiguos de cetrería, y d’este mío se pueden aprender muchas más cosas de las dichas, me pareció (pues la puerta quedava abierta) que devía añedir algunas cosillas (que aunque no sean de mucha importancia) será necessario avisar d’ellas a los noveles caçadores. Es una obra dedicada a un sólo tipo de aves: el azor, el cual, desde la época alfonsí, no gustó, por lo que dice Juan Manuel, a los cetreros castellanos, aunque sí a los portugueses: des que fuere acabado lo de la caça de los falcones, ponerse á en este libro lo de la caça de los açores que don Johan sabe, et lo que oyó dezir et usar del infante don Johan et a don Gonzalo Méndez de Abielos et a otros cavalleros de Portogal que saben mucho de caça de açores cosa que confirma el mismo Zúñiga:  Pienso que deve ser causa d’estar Burguillos cerca de Portugal y ser los portugueses muy caçadores d’estas aves.
Don Juan Manuel.jpg

                                                         

Juan Manuel no apreciaba en nada la caza con azores; López de Ayala sólo le dedicó un capítulo ; y Juan de Sahagún, al igual que Pero López, sólo habla de ellos en un breve capítulo. Sin embargo, no le cabe a Zúñiga la gloria de ser el reinstaurador de la caza con azores en España, al menos literariamente, ya que lo hizo Juan Vallés en su Libro de acetrería y montería, en cuya primera redacción se puede leer: "añadí más, todo el gobierno y regimiento y manera y horden de cazar con los açores".

                                            Aviso de Caçadores y de Caça - Pedro Núñez de Avendaño

Pedro Núñez de Avendaño, Aviso de cazadores y de caza, Alcalá de Henares: Joan Brocar, 1543. Hay varias ediciones posteriores (1593 y 1619) así como una reproducción facsimilar Aviso de cazadores y de caza. Reimpresión facsímile de la primera edición (Alcalá, 1543). Prólogo de Ramón Serrano Suñer. Valencia: Sociedad de Bibliófilos Venatorios, 1958.






El doctor Pedro Núñez de Avendaño, célebre jurisconsulto español a la mitad del siglo XVI, cuya patria ignoró el célebre D. Nicolás Antonio, tratando de él y de sus obras en la Biblioth. Nov. Scriptor Hispan. (Tomo, 2, pág. 178, col. 2), fue natural y vecino del Castillo de Garci Muñoz que es una villa en el Marquesado de Villena, cerca de la de Alarcón en el obispado de Cuenca. Bien que parece que él como hombre modesto y literato, tiró a ocultarla queriendo más ser conocido por su propia virtud y ciencia que por las vanas almenas del castillo en que nació, y así únicamente se preció de ostentar sobre sus armas el blasón: “Probo viro virtus come ubique Patria est” como se lee sobre la estampa de su escudo al fin de su Tratado de la Caza que publicó en Alcalá año 1543 en 40 y se omitió en la edición en folio de 1593 en Madrid.

Pero que fue natural del Castillo de Garci Muñoz lo descubrió el cronista D. Alonso Núñez de Castro en el Memorial genealógico de la nobilísima familia de Avilés y Orihuela, que firmó en Madrid día 24 de septiembre del año 1671 y salió inmediatamente impreso en 36 folios (fols. n0 lib y 12) donde también propone el testamento de Rodrigo de Orihuela y Avendaño, primo de nuestro Pedro Núñez, como hijo de D5. Francisca de Avendaño, hermana del padre de éste, otorgado en Salamanca año 1511, en el qual dijo: “deverle Pedro Núñez de Avendaño, vecino del Castillo de Garci Muñoz, cierta cantidad de maravedís que le prestó en Salamanca, estando en sus estudios en aquella ciudad”.


José Vte. Navarro Rubio






                        

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