sábado, 8 de octubre de 2011

LA FELICIDAD COMO META

En estos atardeceres largos en los que las temperaturas comienzan a bajar es cuando uno tiene la posibilidad de encarar la pantalla del ordenador y comenzar a escribir de aquello que le da la bendita gana. No quiero renunciar a estas posibilidades que la tecnología me regala de expresarme de la forma que crea más conveniente en el momento que crea más oportuno. Podría hablar de la economía actual del mundo, de lo mal que lo están pasando muchos habitantes del planeta, de la suerte que tienen muchas personas, de lo desgraciadas que son otras, pero hoy no tocar hablar de todo esto, hoy quiero hablar de la felicidad y de lo poco que cuesta ser felices si uno se lo propone. Es verdad que cuantas más cuotas de bienestar social alcancemos más posibilidades tendremos de ser felices, al menos esto es lo que se piensa, pero esto no es así, me explicaré, la mayor o menor felicidad de las personas casi siempre va unida a determinados conceptos como pueden ser el amor, la enfermedad, el capital económico, el éxito personal y el disfrute de aquellas cosas que la vida nos proporciona en menor o mayor cantidad. Todo está en el uso  y grado de aceptación que adoptemos ante todo aquello que nos es cotidiano. De esta forma son felices los monjes budistas y disfrutan careciendo de medios; son felices los indígenas de las selvas tropicales; son felices los habitantes de las zonas tropicales y gélidas y son felices aquellos que teniendo la posibilidad de disponer de muchos bienes terrenales renuncian a todos ellos con el fin único de vivir de una forma humilde pero intensa. Es de esta forma "la intensidad de pasión", que pongamos en los determinados asuntos que tratamos a lo largo del día, la que marca ese grado de felicidad que es necesario para poder decir soy feliz. Unas palabras a tiempo pueden hacer variar ese orden natural que marca nuestro deambular por la vida. Es así que la palabra "libertad" va unida de forma constante al vocablo "felicidad", pues hay que ser muy libres para poder decidir y cambiar nuestra forma de ser cuando creemos entender que algo no nos va bien y es en este instante cuando toca sacar a la palestra otra palabra denominada "convencionalismo social" que tiene que ver con todas aquellas ataduras que el ser humano se va colocando así mismo a lo largo de su vida: amistades, estatus social, religión, familia, trabajo.  Desde el mismo momento de nuestro nacimiento las ataduras sociales nos van acorralando y cercando dentro de un circulo en el cual nos desarrollaremos, movemos y crecemos en todos los ordenes. La felicidad tiene que ver con todo esto. Se dice que hasta las temperaturas y los cambios climatológicos tienen que ver con el grado de felicidad de las personas pero yo por encima de todo pienso que para ser feliz hace falta muy poco y sobretodo el convencimiento de que uno quiere ser feliz.

El hombre contemporáneo es más feliz que sus antepasados, porque dispone de más medios para ser dichoso, según subraya el psiquiatra Luis Rojas Marcos en su libro, "Nuestra felicidad", de Espasa Calpe. Pero aunque la ciencia y el progreso nos hayan acercado a ese objetivo escurridizo llamado felicidad, Rojas Marcos pronostica que en el futuro "no faltarán hombres y mujeres angustiados".

Por todo esto y porque no sabemos lo que el futuro nos puede deparar seamos felices hoy que podemos pues el mañana es algo que está por venir. Es un consejo.

José Vicente Navarro Rubio


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