sábado, 8 de octubre de 2011

PINAREJO: QUE HA SIDO DE LAS BOINAS

 Y como si fuera parte de una misma historia ya vivida llegaban los fríos y se sentían estos en todas las partes de la casa alejadas de las chimenea. Era entorno a esa fuente de energía calorífica donde se juntaba la familia antes de irse a la cama. Despuntaba, como no podía ser de otra forma en las habitaciones la oscuridad y, en medio de aquellas silencios tan grandes, aquellas camas de respaldos metálicos de color plateado y aquellos somieres con más composturas que un cántaro roto cien veces en la fuente, pero para eso estaban los estiradores de somieres, alañadores, alambreros y estañadores usando como materia prima el alambre, las grapas, las lañas, el zinc y el salfumán. En quellos espacios se olía la pintura de las paredes y techos que nunca terminaba de secarse debido a la humedad que avanzaba por las paredes desde el suelo hacia arriba como si fuera su santa misión incordiar de por vida. No había, pues, otra solución que no fuera periódicamente pasar la brocha con el fin de que todo se mantuviera en su estado más óptimo.

 

En estos quehaceres la labor de las mujeres comenzaba de buena mañana y finalizaba cuando ya todos estaban en la cama. Preparar la comida, acarrear la leña y el agua, barrer, coser la ropa, ordeñar las ovejas, aviar los  animales del corral, ayudar a las labores del campo, cuidar a los abuelos, criar a los niños, comprar y esperar a que los hombres muchas veces llegaran de la taberna subidos de tono para meterlos en la cama. Cuantas y cuantas cosas realizaban aquellas y estas mujeres y que poco se les tiene en cuenta. Digo yo que no les debería quedar una paga, tal y como se reclama desde los tiempos de María Castañas, sino más bien dos por el simple hecho de no jubilarse nunca y de estar al servicio de la casa de la misma forma que los fareros lo estaban de los faros.

 

Creo haber visto por aquellos días hasta las boinas heladas sobre las cabezas de los castizos pinarejeros que osaban llevarlas en todas las épocas del año. Al menos recuerdo los pitorros/rabitos de los boinas tiesos como un poste de madera y el color negro de la boina tomado por el color blanco de la nieve cuando esta comenzaba a caer. Tanto se calaban algunos paisanos la boina y tanto aprecio le tenían que no se la quitaban ni para dormir y cuando por alguna necesidad se tenían que desprender de ellas colgaban estas de las sillas de una forma un tanto peculiar hasta que otra vez estas volvían a lucir sobre el lugar para el cual fueron ideadas. Las boinas eran el santo y seña de la España rural aunque las había de diferente tamaño, ejemplo la chapela, y de diferentes colores, la negra de por sí era la usual en Pinarejo y su mejor acompañamiento era barba de un par de días y cigarrillo cáido en los labios o vaso de vino entre las manos. 

 

Entre sentido y para hacer honor a la boina han surgido asociaciones de amigos de la boina como la de Calatorao. Dicen estos buenos amigos que las primeras boinas llamadas así que se conocen en España, proceden de los pastores de los valles del Roncal y de Ansó y que con anterioridad la usaron personajes célebres como Rembrandt, Calvino, Lutero, Erasmo, Francisco I y otros reyes y príncipes ingleses, alemanes e italianos; pueden verse retratos de algunos de ellos ataviados con cubrecabezas similares a las boinas.

 

Algún laborioso amante de las letras ha discurrido una jocosa clasificación de boinas y boinistas. Les dejo con ello:  Modelo Cerril: Boina de escaso vuelo e impermeable a partículas subatómicas y al pensamiento moderno. Muy usada en los estratos más bajos de la sociedad y por las clases pasivas. Modelo Señorial: Boina de excelente calidad, absoltamente impermeable a la radiación y a la lluvia ácida, que confiere a quien la lleva un toque distinción y elegancia. Es suministrada en varios colores. Para el que gusta de cambiar de boina habitualmente. Modelo Sacro: Producto especialmente desarrollado para los miembros de la Santa Madre Iglesia en ámbitos rurales. Modelo Quinto: Boina militar acorazada. Gracias a su recubrimiento doble de Fibra de cabrono hace las veces de casco. Imprescindible en maniobras.

José Vte Navarro Rubio


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