domingo, 20 de noviembre de 2011

EL CASTILLO DE GARCIMUÑOZ Y AQUEL EXTRAÑO FENOMENO AEREO OCURRIDO DURANTE LA ÉPOCA DEL REY JUAN II, AÑO 1433

Desde siempre tuve la curiosidad  por conocer el paraje denominado “La Cueva del Hierro”. Recién acabada la licenciatura en la especialidad de Arqueología, allá por los años 1979, recuerdo que pasé un verano en el pueblo y recogí en superficie y en diversos lugares del término de Pinarejo diferentes materiales, correspondientes a todas las épocas anteriores a la historia escrita, que obran en mi poder. Aparte de este material que tenía que ver con actividades humanas muy bien definidas recogí otro tipo de testigos, materiales, entre ellos escorias de mineral. Recuerdo que en compañía de mi entonces novia y ahora mujer, Inmaculada, y de mis padres, visitamos la que se conoce con el nombre de “La Cueva del Hiero”. La verdad es que aunque estaba interesado en el tema dada la hora del día, sobre las 12 horas, y el calor que caía, no fui demasiado minucioso, ahora recuerdo que recogí escorias, de mineral fundido, que debo conservar en algún lugar de la casa de Pinarejo. E igual que el otro material arqueológico si que lo llevé a la Facultad y lo estuvimos datando, éste no. Es ahora, al cabo de mucho tiempo, cuando me viene la pregunta: ¿Era aquello que estuvimos visitando una mina de hierro o se puede hablar de otra cosa?


Para que estuviéramos hablando de una mina con su fundición se tendrían que dar una serie de factores que en este caso no se producen y que a continuación relacionamos. Las fundiciones de material minero suelen buscan para su ubicación, unas condiciones aptas para obtener lingotes. Es decir un lugar a media ladera, bien aireado para evitar los vapores nocivos de la fundición, cercano a un curso de agua y abundante leña en las inmediaciones para abastecer las necesidades de los hornos y cercano a rutas de transporte del mineral.

No dándose estas condiciones y dada también la poca capacidad de extracción de mineral que ofrece “La Cueva del Hierro” cabe otra posibilidad y esta pasa porque el yacimiento arqueológico, mina, sea más antiguo a la época romana y en ese sentido el lugar ofrecería más posibilidades. Estaríamos hablando de un grupo humano autóctono de la zona que se valía del mineral que sacaba para satisfacer sus necesidades mínimas de mineral con el que fabricar armas y diversos útiles de trabajo.


Pero hay una tercera posibilidad, si desechamos las dos primeras. Me refiero a la posibilidad de que un meteorito hubiera caído en el lugar hace cientos o miles de años y hubiera creado el cráter y producido las escorias de mineral fundido que yo recogí del lugar. Las escorias que tengo en mi poder podrían aclarar algunas dudas, solo es cuestión de buscarlas allí donde yo pienso que deben estar y llevarlas a analizar.


Vamos a hablar del año 1433, diciembre-enero, de la Corte de Juan II, y del extraño fenómeno que ocurrió en nuestra zona y en otras zonas de la península ibérica:


“Vieron todos, Juan II y su corte, saliendo de Ciudad Rodrigo. Una gran llama que iba corriendo por el cielo, e duró gran rato, e dende a poco dio un tronido tan grande que se oyó a siete u ocho leguas dende” Gomez de Cibdarreal, cronista de la época, da la posibilidad de que fuera un cometa.


Siguiendo con la crónica se dice que por aquellos días:


“hizo tan grandes nieves que no se acuerdan los nacidos que jamás fuesen tan grandes, e la más della cayó a las fronteras de Aragón e Navarra, e duró quarenta dia que non nevase; e hallose por cierto que diez leguas alrededor de Garci Muñoz fueron muertos sin los correr mil e quatrocientos venados, e puercos e ciervos, e cabras montesas e muchas otras animallas”, “Vimos de repente andar pegada al cielo, una gran flama de fuego amarillo, que dentro tenía como raíz negra, e los cabos de todos ellas eran más blanquecidos que en la mitad, e despidiose con un gran tronido”

El bachiller Gómez de Cibdareeal escribió diferentes cartas sobre el tema. Reproducimos un fragmento de la carta dirigida a Docto varón Pedro López de MIranda y a Juan de Mena:

"Caminando miércoles a 5 deste mes de enero, vimos de repente andar pegada al cielo, de una parte para otra, una gran flama de fuego  amarillo, que dentro tenía como raiz negra, e los cabos de toda ella eran más blanquecinos que en la mitad, e despidiose con un gran tronido, que los rocines e las mulas corrieron de pavor, e mi mula fasta topar con otras no paró.

Hobo sobre sto grandes disputaciones de los que se facen dotos con los que no tieene letras, e sin haber visto letra de Aristotil, decian que era allariba esta iluminaria, como pudieran decir con está encendido su trasoguero.

El dean de Burgos diz que cree ser materia de las primera región, viscosa e codensa, que el sol la encendió, e su peso no la dejó desfacerse así luego, e la natura del fuego la traía de aca para alla mientras que se gastó lo viscoso, e su fin fue el tronido. Yo so de su opinión; ca no puedo ser de la natura de los cometas que Aristotil llama...porque no sería movible en tanta manera, ni en ninguna, ni se finiría con tronido. Los enemigos del Condestable dijeron que que esta llama era el Condestable, que abrasaría Castilla, e su fenimiento seria el tronido. Estas son fablas, como cada uno lo querría. Non sabemos como es la tierra que debajo traemos e queremos saber como son los escondrijos del cielo; que yo pienso que Aristotil halló otra cosa en el otro siglo de lo que en sus escritos había dicho por seguro.

En la otra carta dirigida  "Al docto varón Juan de Mena" reproduce exactamente lo narrado respecto al extraño objeto luminoso y añade al final  "Vuesa merced podrá dar su dicho como quien tanto sabe..." Y pasa a darle noticias de otros sucesos de interés palaciego que no hacen al caso"

Al parecer y analizados los hechos por especialistas actuales creen ver en las llamas y ruidos que se vieron aquellos días por el espacio no OVNIS sino bólidos, aerolitos. Lo que ya no encaja es que fueran cambiantes por el espacio.


Resumiendo hay que decir que los hechos ahí están, ahora me queda analizar el mineral y ver si es de naturaleza terrestre o se corresponde con restos de minerales  formados principalmente por silicatos, que caen sobre la tierra, meteoritos, poniéndose incandescente al entrar en la atmósfera y disgregándose, generalmente, antes de llegar al suelo.

El artículo del cual yo reflejo una parte de su contenido  se titula: UN OVNI EN EL SIGLO XV y fue escrito por Luis Bonilla en el año 1978 en la Estafeta Literaria.


Otras citas sobre este tema:

Otra crónica cuenta que el rey D. Juan II de Castilla fue testigo de una gran llama que corrió por el cielo y a poco dio un trueno tan grande que se oyó a 7 u 8 leguas a la redonda (M. Faura y Sans, Op. cit.). Paluzíe Borrell (1959) (pág 28).

En el documento de Don Hilarión Jimeno (1901) se dice:

Año de 1433, reinando D. Juan II de Castilla.—«Partió (el Rey) de Cibdad-Rodrigo en comienzo del año de mil y cuatrocientos é treinta y tres años lunes, cinco dias de Enero, é caminando vieron todos una gran llama que iba corriendo por el cielo é duro gran rato, á dende á poco dio un tronido tan grande que se oyó á siete ó ocho leguas dende».— (Crónica de D. Juan II,
año XXVII.)

Quien quiera que fuese el ingeniosísimo autor del falso Centón epistolario, escrito en el siglo XVII, según la crítica más autorizada, merece recordarse la explicación que el supuesto Bachiller Cibda-Real atribuía al Deán de Burgos, cuando comentaba en la carta LXXIV el fenómeno á que se refiere la Crónica veracísima en todo.

«El Dean de Burgos diz, que cree ser materia de la más primera región viscosa é condensa que el sol la encendió, é su peso no la dejó desfacer así luego, é la natura del fuego la traia de acá para allá, mientras que se gasto lo viscoso, é su fin fue el tronido.»
Coordenadas simuladas: 40.59668, -6.52750

Lluvia de piedras esponjosas y ligeras que el Dr. Gredilla da casi por seguro que no fueron meteóricas (M. Faura y Sans, Op. cit.). Paluzíe Borrell (1959) (pág 28).

En el documento de Don Hilarión Jimeno (1901) se dice:

Año 1438, reinando D. Juan II de Castilla.—«Estando el Rey allí en Roa en el dicho año le fue dicho como en Maderuelo, villa del Condestable, había acaecido una cosa tan maravillosa que jamás fue vista ni oída en el mundo, la cual fue, que veían por el aire venir piedras muy grandes como de tova, livianas, que no pesaban mas que pluma é aunque daban á algunos en la cabeza, no hacian daño ninguno, y destas cayeron muy gran muchedumbre en la dicha villa é cerca della y como en esto el Rey dubdase é todos los que lo oian, mando al Bachiller Juan Ruiz de Agredo, Alcaide en su corte que fuese á saber si esto era verdad; el cual fue é no solamente fue certificado ser así: mas traxo algunas de aquellas piedras tan grandes como una pequeña almohada é tan livianas como pluma é todas huecas y floxas de que el Rey e todos los que vieron se maravillaron rancho.»—(Crónica de D, Juan II, año XXXII.)

Autor: José Vte Navarro Rubio

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