martes, 15 de noviembre de 2011

POESÍA: CASTILLO DE GARCIMUÑOZ: SIEMPRE VOLVER

                                    


Amar la libertad y buscarla
y volver todos los días
a tener como única misión
el retorno constante
a unos origenes no perdidos
que se encuentran enterrados
entre esas piedras que le vieron a uno crecer
y sirvieron para hacer de su vida
un claro testimonio de amor hacia la humanidad.

Levantarse todos los días con la esperanza
de poder pasear por un viejo claustro
y confundirse con las sombras de la tarde
cuando ya el día desafía con oscuridades latentes
y los espigados cipreses emborrachados de ira
intentan desprenderse de su encorsetado abrigo de ramas.

Abrir la puerta de esa casa tan querida
y entrar a la busqueda
de esos pequeños objetos
que descansan sobre los muebles
y se alegran de forma inanimada
con la presencia de sus esporádicos moradores
tan amantes de sus reliquias
y de las costumbres de su pueblo.

Salir al patio y respirar
de ese aire tibio cargado de historia
que da vueltas constantes
alrededor de unos espacios mágicos
tan sagrados como la catedral de Toledo,
aunque por aquí ya nadie hable
de lo mucho que significó y fue para la historia de esta villa
la presencia de tan doctos y versados varones
de una España tan invertebrada como la de Don Ortega y Gasset

Bajar hacia las fuentes de aguas conocidas
por los olcadios, romanos, árabes, judios y cristianos
y saber que allí un día te arrodillastes
para saborear de ellas entre las manos de tu padre
que cariñosamente te las acercaba hasta los labios
para que las pudieras sorber poco a poco.

Mirar hacia aquella cruz de cruces
perdida junto a un camino
a la que la vejez ha herido alguna de sus losas
y entender que la muerte siempre es injusta
y que los poetas también está sometidos
a las mismas reglas del juego que el resto de de los mortales
por mucho que canten a la vida y odien la muerte.

Encaminar los pasos hacia el castillo,
y subir entre las ruinas de un viejo  molino,
a sabiendas de que un maleficio cayó sobre él
aquel mismo día en que el destino
quiso poner fin a la vida de un soldado
que como tal luchaba por estas tierras
bajo las armas de la reina Isabel.

Y llegar a sus pies cuando los días acortan
y los silencios que salen de su interior
se introducen en los bolsillos
y se vienen  de rertorno hasta la casa de uno
buscando el calor que desprendía
los rescoldos de una chimenea
que de siempre olió a madera de pino
y ahora huele a historia ya pasada.

Volver  a la vida día a día y  a cada instante
sin miedo a mirar a tu alrededor
pues aunque veas ruinas estas siempre son bellas
y nos tienen algo importante que decir.


Autor: José Vte Navarro Rubio

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