Pasar por tu puerta
siempre a la vera
de esa mole inmensa
ante la cual solo cabía mirar
y exclamar
¡que pena siento por ti!
Era la imagen del castillo
la primera señal de que estábamos allí,
es decir
cerca de casa, cerca de ti.
Y seguir nuestro periplo
camino de otras dehesas,
y llegar hasta Pinarejo, Pinar viejo, El Pinarejo, la de los pinos mil,
donde ya tu presencia ha dejado de existir.
Y retornar por una carretera
de muchas curvas
y estrecho carril.
Carretera ya olvidada
que vino a morir
al tiempo que el Castillo vuelve a resurgir.
Autor: José Vte Navarro Rubio
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