Con la noche caída
vienen las sombras a dormir
allí donde mi alma habita.
Dormía plácidamente
entre sueños de plata
que el silencio traía
y el tic tac del despertador
rompiendo la monotonía.
Jugaba con las horas
y tranquílamente construía
castillos de humo
en una ciudad sometida
a los terrores nocturnos
que en las mentes se fabrican.
Cerraba los ojos y sentía
un rumor creciente a vida
de otros seres humanos
que como yo espectantes vigilan.
Me alzaba y salía
a la calle al encuentro de vida
y allí me encontraba
con incipientes luces
arrojando sobre la tierra sonrisas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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