Todos duermen a estas horas de la mañana
menos tú que me lees y yo que escribo.
Vuelvo, no me quiero olvidar de ese Congreso
de un partido derrotado y comido por las urnas
que intentará en un futuro volver a ser lo mismo.
Son recetas de cocina antiguas las que hacen falta
y dejarse de artilugios.
Hay que volver a la vieja cocina
aquella de platos sabrosos y condimentos tan antiguos
como la historia del mundo,
y hay que dejarse de inventos
por lo menos de esos que solo sirven para ganar unos votos
e hipotecar el futuro.
Hay que creer en lo que se dice y escuchar con paciencia.
Hay que oir el rumor que nos viene de esas trincheras
excavadas bajo los cimientos del estado de bienestar
donde conviven los desesperados junto con los parados y desilusionados
a la espera de un enemigo cada vez más poderoso, dueño del poder y astuto.
Hay que rehacer ese discurso político tan cargado de ideales de Estado
y tan falto de ese sentido común que solo se respira en la calle
cuando se habla con los individuos.
Hay que menear el culo y dejar sitio a la juventud excluida del partido.
Hay que ser partido con un único discurso.
Es bueno lo que ha pasado y sino que se lo pregunten
a los que ya respiran tranquilos,
y más bueno es volver a comenzar desde el cero más absoluto.
Preguntar para ello a los ciudadanos que no votaron,
a los que lo hicieron en blanco o en nulo,
a los cambiaron su voto en el último minuto
y a los que ahora te han votado
y pueden en un futuro cambiar de barco y de rumbo.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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