martes, 3 de enero de 2012

POESÍA: A UN CIPRES CUALQUIERA

Vigilante perpetuo
siempre al encuentro
del majestuoso firmamento
se acoplan tus manos vacías de vida
entorno a la cintura
y rezas al alba, al mediodía,
al atardecer y anochecer
y en aquellos momentos del día
en que junto a ti pasan fúnebres cortejos
camino de su morada definitiva.
Y no cambia en el trance tu cara
ni demuestras pena alguna
ante el llanto de las personas
anegadas su alma por la amargura.
Frágil junco
de raíces regadas con lágrimas
son tus frutos resabiados y duros
y es tanta la espesura
de tu cabellera tan bien peinada y arisca
que ni el viento juega con tus ramas
ni dentro de tu alma entra luz alguna.
Una lanza se abre camino
en el cielo celeste y señala
que allí hay un centinela perpetuo
de ese camino, sin vuelta, sólo de ida.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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