Estoy oyendo cantar a un ave
de trino roto por el frío
que calienta su cuerpo al abrigo
de un verde árbol que crece
allí donde mi memoria se impregna
de los olores de los trigos
cuando llegado el mes de mayo
inundan los campos de un verde panizo.
Canta el ave
y nos trae su lamento continuó
de verse perdido
por esos mundos de Dios
tan inhóspitos y ambiguos.
Aves y más aves
vuelan por los cielos
y se llevan
entre las garras y picos
nuestros lamentos, nuestros anhelos y nuestros suspiros
con los que pregonar
mediante bellos trinos
la decadencia de este mundo
del cual somos
solo una imagen reflejada en la corriente de un río.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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