sábado, 7 de abril de 2012

A UN POETA DE PINAREJO: JULIO ARTURO VALERO SOLANA

Palabra, verso, rima.
Suena atroz la palabra cacería
y yo a veces voy
a la búsqueda de esa Plazuela de San Andrés
desde la que veías
poeta de poesía vanguardista
jugar a las estrellas con la luna
y caer la nieve blanca y pura
entre las ramas de los árboles
que le hacían de cuna.

Poeta de Pinarejo
de buen ingenio y fácil lectura
al que la muerte llamó un día
para que le hiciera eterna compañía
en un invierno del año 1933
de una incipiente II República.

Amigo de tertulias
como la de Cayo Roman Cardete
distes en ellas a tus versos lectura
y en una revista Horizonte
moldeastes la palabra y le pusistes tanta vida
que tus versos sin rima,
orden
ni ambiguedad alguna
deambulan por las casas colgadas
como si fueran turistas
al encuentro de aventuras.

Pulmones abiertos al sol
en la Dehesa de Santiago
viniste a poner cura
a una enfermedad cavernicola
como el que sale al campo
para tomar apuntes y realizar lecturas.

En un block iluminado
distes a tus palabras compostura
y te cansastes de decir a los vientos
que lejos muy lejos
había una mujer joven , una, solo una,
por quien tu hubieras dado la vida.

Poemas claros y cortos
como la vida misma
forman parte de tu obra escrita
y como si las campanas formaran parte de tu cultura
tu único libro: "campanadas y piedras"
iluminan parte de esa vasta cultura
que nace en las alturas
y viene a morir
allí donde las piedras sin querer se pisan.

Julio Arturo Valero Solana
te descubrí un día
aunque ya llevaba tiempo buscándote
entre páginas ocultas
allí donde los molinos se mueven
en virtud de los vientos que le traen sonrisas.

Pinarejo se merecía un poeta de altura
y entre ismós, poesía pura,
poemas claves, simbolismo y greguerías
vinistes a fabricar la quinta esencia de la palabra
con lágrimas vivas
que tus ojos derramaban
cuando tosías y veías que la vida se te iba
por un camino largo con muchas curvas.

Entre médicos, tertulias y poetas
como Federico Muelas
darías aliento a tu poesía
y ya la muerte oliendo a cera
en la repisa de un día
allí en la ciudad de Cuenca
que tanto querías
a golpes de campanas
se apagó como si fuera un eco lejano tu vida.

Te presentía cerca
y un día encontré un tesoro
que en mis manos ardía
pues por fin Pinarejo tendría
poeta vanguardista.

Ahora ya acabada la búsqueda
te dejo Julio Arturo Valero hasta otro día.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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