Quan Matamón s'emborrasca
i la Murta fa capell,
llaurãor, vés-te'n a casa,
pica espart i fes cordell.
Sin ser querido ni amado
el llega y se deja ver
y nos trae,
en esta tarde agriada por un sol
comido por el dolor,
una muerte, lenta y pesada
que se hace patente al avanzar el fuego
sobre esos espacios llenos de vida
por donde un día yo subí
hasta su parte más alta
llamada Matamón en Carlet
Allí un día sentí
el viento jugar con mi rostro
y la sonrisa de una mañana
tocada por la lluvia
incrustarse en mi mirada
y llenar el iris de mis ojos
del color de los azules del cielo.
Desde allí miré
hacia unos confines
aquel día cubiertos por la nieve
y me dije
en la tranquilidad del momento
sentado sobre una roca
lamida por la vida
que aquel era buen sitio
para plantar un árbol
y recuerdo
que planté un pino
que después en otros días volví a ver
crecer y erguirse sobre la tierra
y así de esta forma subí
al menos tres veces más
para contemplar aquel brote de vida
que ya en su juventud
plantaba cara a ese viento constante del Matamón
que azotaba su cuerpo frágil
Por fin me dije
éste ya puede sobrevivir
y me despedí de él
para ya no volverlo más a ver,
esa era mi intención
Cuando la tragedia pase,
cuando ya nada vuelva a ser lo que era,
yo subiré al Matamón
para ver lo que queda de mi pino
y llevaré en una mochila
un nuevo benjamín
no fuera el caso
que aquella parte de mi ser
espartana y dura que allí dejé crecer
junto a la cruz de Sant Bernat
hubiera dejado de existir
por culpa de la dejadez
de los que piensan que los recortes
sirven para enjuagar déficits
y que no hay cosas mejor que hacer
Autor: José Vte Navarro Rubio
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