sábado, 13 de octubre de 2012

Ea, pues, manos a la obra: venid pinarejeros/as a mi memoria

          I
Descubro inquietante
que todo llega
y en ello
en ver caer los días,
nacer las noches
y salir las mañanas
en mangas de camisa,
como si el tiempo no pasara,
me doy cuenta
que el futuro y el presente
se tienden la mano
sin pedir nada que no sea negociable.

Todo consiste
en dejarse llevar,
en ver, observar, aprender, callar
y hablar lo conveniente,
sin herir,
sin menospreciar,
de la forma
a ser posible más amigable.

En todo esto soy
espiga de campo
con hambre,
roció de los cielos
que se viene hasta mi frente
y espectador permanente
que aprende
con respeto
de los más jóvenes
y también de los mayores.

En una plaza
de un pueblo con fuente
cual espuma de agua que cae
y vuelve a levantarse
me dispongo,
constante muy constante,
a ser como el relente,
ya el otoño presente,
y la hoja caída,
en una rama brote incipiente.

             II
Nieva sobre nuestras vidas
en ello Gregorio recuerda
con fechas clavadas en su frente
por donde brotaron
en Pinarejo fuentes
y cuales fueron las calles
donde la nieve
se hizo tan permanente
como el aire.

Hablamos de hace unos años
cogidos con pinzas de tirantes
en que Pinarejo se cubrió
de un manto blanco
que le sirvió para refrescarse
y para que más de un vecino
calentara el suelo
tras venir a resbalar y caerse.

Se habla, se debate
sobre asuntos intrascendentes,
ya sea de música
y de clarinetes,
que de níscalos en la Hoz, Manga
o como se llame
allí donde estos hongos nacen.

la noche incipiente,
en un banco que no arde
la Solanilla se resiste a llenarse
de sombras entrantes
y entre quintas de soldados
llamados a combate
se levantan biberones
y lejos en un combate
de un Madrid con olor a guerra civil
y entrada de rebeldes
muere Severo, brazos de acero, y valiente
de un tiro
que le sale por la delantera
sin darle tiempo
a nada más que no sea
caer herido de muerte sobre la tierra

De camino a casa
oigo en una calle
como lamentos de una madre.

Todo me viene
mientras en la Solanilla
unas mujeres se entretienen
reviviendo mayos
que ya no se oyen


Autor: José Vte. Navarro Rubio

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