sábado, 29 de diciembre de 2012

POESIA: CON PABLO NERUDA ME SIENTO COMO EN CASA

El pueblo quiere la verdad
pues la mentira
ya la está sufriendo,
no quiere mensajes navideños
ni vendedores de malos sueños
quiere que no se destruya la estructura
y que el estado social
y de derecho prevalezca
sobre otros estados más punitivos.

De siempre vuelvo
con mi sermón 
y cual yaga puntiaguda
vuelvo a meter su filo
en un agujero
para tirar con fuerza
y ver si el animal
que habita dentro
cae a mis pies rendido.

Los pueblos son
lo que quieren sus lideres
y el nuestro se muere
porque ya no le queda en los pulmones oxigeno.

¡Hijos venid
para demostrar que es el momento,
alzad vuestros decaídos hombros
y proseguir al encuentro
de ese mañana nuevo
que se tiene que reconstruir
sobre los restos de esta España
que se me viene a los ojos
con tanto dolor!

Me pesan las ideas
y el dedo con el que escribo
y la mano que sirve de guía
y la vista que enlaza las palabras
y separa las estrofas
en estos momentos.

De esa pesadez saco
fuerzas para seguir mi camino
de cosechador de versos
en unos campos fríos
donde la hierba crece salvaje
y las simientes se pudren sin ver la luz
que les hará crecer en altura.

Escribo y lo hago
a todas las horas del día
como si fuera mi testamento
y en el quisieran convivir
mis penas y alegrías,
tragedias y victorias,
menesteres y pasiones,
odios y ternuras.

Viene hasta mi mesa
una luz perpetua
que despide una lampara
y viene para socorrerme,
para sacarme entre clarores
de mis sueños
e invitarme a que sea más beligerante
y me pregunto
¿En que?
y la luz me invita
a que me resista
a ser como una rosa
a la que le cae el rocío
mientras se pudre
en la soledad de un jardín
maltratada por un jardinero
que solo piensa
en cortar los tallos tiernos
con los que hacer un ramo
de flores muertes
que le sirvan de adorno
en algunas de esas estancias
de una casa abandona
junto a un mar
endiabladamente encolerizado.

Me persigue la inteligencia
y yo la sigo
mientras ella me espera
con sus grandes manos abiertas
para darme todo aquello
que otros me niegan.

Me da mi inteligencia
felicidades difíciles de olvidar
como aquel día
en que descubrí
que la tierra era redonda,
o que los niños al nacer
no venían de París
¡cuanta ignorancia trasmitida
y cuantos muertos sin sentido!

 Desde entonces me siento
cada vez más unido
a ese cordón umbilical
que algún día se cortó y tiró donde pican las gallinas.

Alabados todos
por hacer que me sienta
como un astronauta
cuando salta de la nave  al espacio
y alabados todos
los que han hecho que me sienta libre,
pensar lo que quiero
y vivir mi vida sumido
en algunos pequeños empeños
que me llevan a otros momentos
en que aprendí
que la resistencia es buena
si sus fines son lícitos
para el alma de los seres humanos.

Luchar es trabajar, vivir, educarse,
trasmitir y dar
y en ello doy lo que puedo
sin necesidad de que nadie me venga a llamar
pues me debo a la sociedad
en la que nací
desde que abrí los ojos y vi
lo que había a mi alrededor

Hoy me voy
con la lección aprendida
y es que Neruda,
él con su encanto transformado en rima libre
me ha abierto los ojos
ya cerrados, por momentos,
para que pueda ver
como el color rojo de mi sangre
es igual al rojo de todas las sangres del  mundo
y es que venir de tan lejos
para irnos vacíos no le gusta a nadie,
ni a mí,
que lanzo poemas como si fueran estocadas,
que leo hasta donde puedo
y que lloro de vez en cuando,
casi siempre cuando veo que la gente sufre
y no contesta nadie.

Autor: José Vte. navarro Rubio

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