Volvió a la Patagónía
al punto más allá del que nadie podía ir
a esas cimas finales del exilio
donde habitan seres humanos de todas las nacionalidades
a la espera de que el mundo reviente
para ser solo ellos los que se erijan como salvadores del universo.
Entre almas de ahogados e indios Tehuelches
se ven los pájaros incapaces de volar
cruzar entre las montañas de hielo y hundirse en las frías aguas en busca de un bautismo
repetitivo y lento hasta la saciedad
y allí entre las almas de los ahogados
bucean esos niñitos, descritos en algún pasaje de un libro,
como nadadores de delantal blanco y aspecto bonachón como un Papa Noel
Y volvió allí donde los albatros, uno en concreto,
mueren perforados sus cuerpos por las ballestas,
y lo hizo para ser un animal más, mamífero, en unos bosques petrificados,
y en unos lagos efervecentes
como el liquido que sale de las botellas de champán,
para deslizarse por los glaciales de color azul como el cielo, volvió.
Volvió el corsario Shelvocke, entre nieblas y un mástil el de su bajel
que se alzaba entre nieblas y nubes espesas,
como si fuera al encuentro de la muerte en el País de las Maravillas en la conocida Tierra del Fuego.
Volvió buscando la libertad
al encuentro de paisajes desconocidos con gigantes
para sentirse en ninguna parte
entre nubes como flores de membrillo y naturaleza perdida en vastos territorios.
Volvió buscando el mundo perdido
y el amor intenso al mundo visible
entre cánticos de "Ave María";
plantas enanas sobre las que gime el viento austral
e intelectos helados por los silencios que discurren por pistas nunca transitadas,
aquellas que están alejadas de libros abiertos donde hombres libres buscaban la muerte perfecta.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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