Ahora, en este instante,
me detengo
y miro
tras una rendija
y observo
al otro lado
como si fuera
un gran desierto,
sin nada que no sea
grandes buitres
comiéndose el esqueleto
o lo que queda,
vísceras, carne , tendones y huesos
de un mamífero
que dio con su cuerpo en tierra
para ya no levantarse
del suelo.
Miro por la rendija
y no lo creo
la gran voracidad del buitre
comiéndose los restos
hasta no dejar nada que no sea
los tristes huesos y el pelo
La rendija por la que observo
no está en una pared,
ni en una ventana,
o piedra tallada por un cantero,
y no es la rendija de esas
que siempre permanecen abiertas
para que miren ojos indiscretos.
La rendija sirve
para echar un vistazo
a ese mundo
que se nos escapa
de entre los dedos
y una vez que te percatas
de lo que ocurre dentro
para que te des cuenta
de que en este siglo lisonjero
el que no corre vuela
y el que es un poco lerdo
corre el peligro
de ser presa de los buitres
que en esto de comer carroña son los primeros.
Carroñeros del mundo
veo a través de un agujero
acosar a la clase trabajadora
y detrás de tan patético cuadro costumbrista
nada que no sea
tierra quemada y grandes desiertos.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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