Música arrastrada hacia un callejón
donde dormitan
silencios y desahucios en un boletín marcados con tinta.
Música y acordes y melodías a ras del suelo
a la vista de los que musitan
con el beneplácito de las palomas, gavilanes, ladinas, gaviotas
y aves palmípedas de cuerpos emplumados
y miradas fijas
en esos portales y puertas donde viven agobiados por letras pasivas
pobres del mundo acosados por los Bancos, Cajas de ahorro y prestamistas.
Música a muerte en un arcón con ropa vieja y fotografías
dejado caer y abierto,
como si la vida se hubiera esfumado y aquello fuera parte de otras vidas,
en una Gran Vía
de transeúntes que pasan con cara de poquer en su vista
que miran y con sonrojo se alejan
sin querer entender que allí
entre basuras con olores a lo que nos deja el día
se amontonan enseres de un piso abandonado por las prisas de quienes se van para no volver
y de quienes se alejan sin sonrisa
pensando en puentes y balcones, en fuertes vigas
en las cuales dejar caer una soga con nudo de corbata o de pajarita
con la cual adornar el cuello y segar la vida.
Melodía pasajera a violín en una floristería y en una parada de metro
a la cual llega sin prisas un convoy que se arrastra por una vía
y del cual se desciende
para perderse uno en mitad de una ciudad convertida en pajarería.
Me llena la ciudad mientras el día espabila
y las farolas congeladas como si fueran cabezas de cerillas
apagan sus llamas y se acuestan
sin necesidad de almohadas, ni de sábanas. ni mantas con que tapar su espigada figura.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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