La esperaba y ella lo sabia.
la esperaba todos los días,
a la misma hora
y en el mismo banco
donde un día me dijo que me quería.
La esperaba y ella lo sabía
por eso llegaba siempre
trayendo en sus ojos
una gran sonrisa.
Ahora el banco desierto
ya no me inspira alegría
pues en el un día
yo le confesé el amor
que por ella sentía.
Vendrán días mejores
y otros cargados de melancolía
en que las horas se harán tan pesadas
como esta angustia
que me anima
a llorar en las largas noches
en que una luz apagada me indica
que ya no volverás al banco
de aquel parque
en el que un día
me dijiste
que me querías.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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