martes, 23 de abril de 2013

POESÍA: A PESETA EL LIBRO



Le gustaba a Armando  Buscarini
oír su nombre
y ver
como le compraban
sus libros,
quería ser poeta
a pesar de los pesares
                               y
de
   las
      muchas
                piedras
                         que encontró
                                          en el camino.
De joven
se le abrieron las puertas
y cual trino
de gorrión preso
en una jaula
con garrotes galvanizados
color plata y oro
                      pulido
se marchitó su existencia
y con los últimos calores
y la llegada de los primeros fríos
el poeta,
que de la vida sabía
todo aquello
que había aprendido
saltando ramblas
y cruzando las calles
descalzo hasta los tobillos,
se marchó al encuentro
de unos mejores tiempos
que a lo visto
ni existieron ni han existido.

En la avenida de su nombre
ya no se volvió a oír
aquella voz quebrada
por el llanto de un pobre
y las risotadas de los ricos
dejándose querer
hasta ese punto justo
en que se tienen que echar las manos a los bolsillos.

La ciudad, Madrid, vivía y vivió
y en nada que no fuera
 seguir
        su marcha
                      hasta el infinito
se dio cuenta
de que Armando Buscarini,
el muerto vivo,
había dejadosu sitio
por imperativo
de quienes tenían poder
para retirar de la calle
a los bohemios
de recio compromiso
a escritores más refinados
diestros en el oficio
de sacar dinero
de allí donde nunca nadie
imaginar hubiera podido.

Autor: José Vte. Navarro Rubio 

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