En las noches impregnadas
de recuerdos,
ya los caminos de Hipócrates remontados
y al abrigo
de buenas brasas
en las que calentarse uno
y de todo aquello
que hace al peregrino
más austero todavía
de lo que vino a ser en su viaje al paraíso
se sienten y escuchan
entre las brumas siniestras que se alzan entre la hojarasca y arboles caducos
las voces de todos aquellos amigos
que se vinieron a morir al mismo sitio
donde las amapolas crecen sin saber lo que hay debajo de la tierra que les sirve de cobijo.
Todo en la tierra se confunde en un osario común
de títeres sin cabeza
y de celebradísimos poetas
como aquel tal Buscarini
de padre desconocido,
a la hora que un perro ladra
y todos los nacidos se disponen a hacer cada cual lo suyo.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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