Me voy a la cama
porque toca
más que la lotería
soñar con ovejas
manchegas saltando tapias
y corriendo por la meseta y por las llanuras
en pos de otras ovejas igual de lanudas.
Noche santa, noche de pesadillas,
de palos de ciego,
de quemaduras a mendigos,
de ladrones de fortunas,
de prostitutas vendiendo su cuerpo por poco más que lo que vale un chuletón de ternera a la parrilla.
Noche moribunda
un día
en que a mi casa vino a morir una golondrina
que yo curaba y mimaba
aunque sabía
que poca tardaría
en volar en pos de Olimpos perdidos
allí donde sus plumas se abrirían
para volar de punta a punta
de esta piel de toro que destila vinagre y hiel por sus heridas.
Noche de guitarras
y cantes que a mi me animan
y de sueños pesados
en que si hubiera un botijo a mi vista
me bebería
toda el agua del Ebro
y después, amigos que risa, me reiría,
de esos que pregonan paz y armonía.
Noche que me viene,
y me planta cara
aunque yo les diga
que mi única arma de fuego conocida
es el mechero
con el que de vez en cuando enciendo un puro hábano
de marca conocida: Cohiba.
Y ahora a dormir y a callar
que cuatro esquinitas tiene mi cama,
cuatro angelitos que me la guardan.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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