Miro sobre la estantería
el lomo de un libro
de Pablo Neruda y se me enciende la vista
y aligera el alma
y detrás de ese encuentro fortuito y oportunista
la vena poética me llega
por inspiración divina.
Sin abrir el libro
ni profanar los versos que Pablo Neruda escribía
me voy a mi cita con la poesía
y así y de esta forma dicha
dedos sobre el teclado
y bien provisto de una cierta dosis de fantasía
dejo sin pedir a cambio remiendos
ni otro tipo de ayudas
que transcurran
tres minutos
y si me apuran cuatro
por eso de pasar el corrector
y poner rubrica y fotografía
a este empedrado de olla
sin más ingredientes que mi inteligencia intuitiva
y el recuerdo póstumo
a ese chileno Premio Nobel
que convertía sus palabras casi en profecías.
Amor y ternura,
desespero y compromiso,
roces y aventuras,
descuidos y silabas
imantadas las muy comedidas
dando lugar a estrofas, versos, poemas
y alguna que otra palabra antigua
en roman paladino
¡Berceo, mira!
alimentada con leche de una madre nodriza
y lágrimas de otra madre que busca
a su hijo en un estadio de fútbol
convetido por un cruel fascista
en campo abonado al horror
y a las más extremecedoras pesadilla.
Me pasé de minutos
a lo sumo seis, siete y se acabó la suma,
y sirva esta advertencia
para evitar a otros amigos ya amigas más fatigas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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