Habas sobre la mesa
quiero yo
con su vaina y hoja despuntando sin necesidad de que salga el sol
y como hacíamos
por aquellos años
en que la pobreza formaba parte de nuestro corazón
un puñado de sal sobre el hule
y con gracia y tesón
comenzaba el ritual nunca dicho de forma mejor
de pegarse un atracón
de aquel manjar tan exquisito
del cual yo
suelo de vez en cuando dar buena lección.
Habas, ¡si señor!
pero que sean siempre
para la ocasión
bien frescas y tiernas,
a ser posible mejor,
y sino
maduritas que ya me preocuparé yo
de hincarles el diente
y triturarlas con esa muelas
que no necesitan de ningún motor
para dar buena cuenta
de todo aquello
que entrando por la boca
necesita de molienda y deglución
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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