Helado grito de mujer
en su silencio....suplica,
helado
como la peña fría
por la que resbala el agua
que llega en su vertical caída
hasta el suelo que le sirve de cuna, cama,
dependiendo de ese momento preciso
en que fue concebida.
En las montañas, en las llanuras, en los desiertos,
en las islas e ínsulas,
grandes ciudades, pequeñas villas,
poblados y desiertos,
cuevas, palafitos,
sin duda
en todos esos lugares
ahora
si la hora en un reloj
se mira
podrá leerse mañana
que una mujer ha muerto víctima
del canalla que asesina
o destruye
depende de su locura
la cara de una mujer
porque piensa que alguien la hizo suya.
El tiempo,
del cual solo queremos
aquello que sirva
para poder decir
que todo va a mejor
y que el mundo evoluciona en poder económico y en cultura,
no cura las heridas
pues aun acabando el asesino
con su débil víctima
deja
señas que indican
que el drama
no finalizó
si no que continua
en el entorno concreto
donde la mujer a diario se movía.
Siempre queda un hijo
o una hija,
un hermano
o quien quiera que se diga
llorando por ese ser
nacido en la libertad más absoluta,
aunque el destino después
le puso cadenas
y la ató
con tomizas
a esa
su mala suerte
de caer
un día
víctima,
no de su mala vida
sino más bien
de la desidia
de los que pudiendo poner arreglos
se arreglan ellos sus doctas vidas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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