domingo, 7 de julio de 2013

POESIA PARA VOIX VIVES EN TOLEDO I



Pienso en un día
y en un minuto
de ese tiempo
en que sin descanso
un joven se ve sometido
a la tiranía de los deseos
de aquellos
que todo lo pueden
y con solo memear
un dedo
nos hacen,
te hacen,
se sincero,
como el carburante de un hornillo,
arder por dentro.

Apareció
como llama
y tanta luz negra despedía
aquel etéreo cuerpo
que todo quedó,
desde el río
donde se lavaba la ropa,
hasta las murallas
donde se alzaba el pendón
a ritmo del viento,
convertido,
así es la historia
de este
nuestro tiempo,
en solo lágrimas,
en sólo desespero,
en los ojos de un joven
con mirada perdida
en la cola de una oficina
de empleo.

Tú, Toledo,
no tienes la culpa de ello,
tú no eres la madre
ni el padre
que llora por dentro
con solo pensar
en un horizonte nuevo
con esclavos
que no saben lo que son,
con escuelas
sin maestros,
con hospitales
convertidos en hervideros
de todo aquello
que no queremos.

Una ciudad me enseña
sus escudos de piedra y hierro,
sus casas señoriales
y sus barrios de barro
y ladrillo cocido al fuego
y uno que entiende de la historia,
por soñar con un pueblo integro,
no deja de preguntarse
¿donde colocaremos los lamentos
de esas madres que ven como sus hijos e hijas buscan y no encuentran empleo?.

Apareció en una noche
una estrella en el cielo
y aquella joven que miraba
con desgana el firmamento
lanzó un deseo
que los políticos
sean justos
y que España no se rinda
ante el corazón de acero
ni del sajón, ni del germano
pues todos ellos
viven en un mundo
donde lo único que importa es el dinero.

Cuando tuve tiempo,
cuando leí
y encontré la solución
a todo esto que pregono
a horas en que no duermen mis sueños
me quedé quieto,
pensativo,
dubitativo,
extasiado
y perplejo
pues el río lleva agua,
pues la ciudad bulle por dentro,
pues la plaza es un hormiguero,
pues en vuestras caras veo
aquello que yo quiero.

Toledo me anima
a lanzar retos
por eso
y a sabiendas
de que a pocos metros
de este evento
unas Cortes ajustan cuentas
como quien corta tela
para hacer pañuelos
yo me digo:

¿Para esto?

¿Sólo para esto
quieren de nuestros votos
y de nuestro compromiso sincero?

Se va la poesía
por unos derroteros
que no quiere para si el poeta
pues en lo social
aprendió de Blás de Otero
¡que genio!
y para cuando llegó el tiempo de desesperos
puso en un altar  a Buscarini
el cual murió de dolor y de miedo.

Por eso
aunque joven soy por dentro
y maduro
como una piedra
allí donde afloran
mis sentimientos
pido en estos minutos de gloria
esa que me relame
hasta los huesos
que pensemos
en lo que fuimos,
en lo que somos
y en lo que queremos,
pues de lo contrario seremos
esclavos de ellos.


Autor: José Vte. Navarro Rubio

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