sábado, 31 de agosto de 2013

POESÍA: ATIENZA Y SU OLVIDO

 

En un viaje
por uñas casi periplo
me asomé un día
a ese pueblo de señorío
llamado Atienza con sus casas solariegas y castillo
y de ese viaje de cabotaje
moliendo las ruedas del coche polvo que no trigo
observé, a lo que ahora recuerdo, su castillo,
dirigidas sus murallas
como quilla de barco medio hundido
hacia los abismos
donde un aguilucho oteaba
sin miedo a otra cosa que no fuera regresar sin presa alguna al nido.

Recuerdo un arco de piedra
y caserones tan antiguos y llenos de historias de esas que ennoblecen a los allí nacidos
que la hiedra que trepaba por los paredes
buscando el sol primero de la mañana y también en las tardes el último
parecía, solo parecía, que quería hablar conmigo
entre suspiros
de gotas de agua que golpeaban sobre el suelo
y se convertían en hilos que yo confundí con ríos.

Y seguí por esos caminos
de una Atienza de ensueño
solo tomada sin armas, casco, espada y cinto,
por mi espíritu aventurero que descubría a cada paso que daba
esa España tan desconocida por el mundo
que quita hasta el hipo.

Dejé Atienza y me apretaba el olvido
por eso en la carretera me descubrí
como vasallo que quedé
a disposición del señor del castillo.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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