En un paisaje de verano
adelantado entre tragedias y batallas
contemplo lo poco que queda de verdad
en un parlamento que miente con lengua muy larga.
Agosto se destapa
en un día de ventiscas que hielan el alma
aunque reposes y duermas
y digas que tu de todo esto pasas.
Ya desde buena mañana
amenazan las nubes y eso que las tormentas
forman parte de otro mapa
en el cual he leído
que caerá agua en la alta montaña.
Es sábado en calma
y espera la playa con su arena blanca,
palmeras con picudos comiéndose sus entrañas
y tenderetes de baratijas, sombreros y camisas con marcas falsificadas.
En este descanso de guerrero
que viene de una batalla
estaré para estos días de fiestas largas
en que el sonido de unos altavoces anuncian como si lanzaran metralla
los últimos ritmos de cha-cha-cha y samba.
Leeré la prensa,
correré por una carretera asfaltada,
subiré a la montaña, pasearé,
y si algo queda en esa mochila de pana que guardo en un armario para cuando me haga falta,
leeré con tal de perderme por laberintos de páginas
de los que salen como si fueran duendes encerrados en altas almenas sin ventanas,
faraones y pirámides junto a faros de luces extrañas.
Comienzan las vacaciones
y el reloj ya marca
el día de vuelta como si todo formara parte de unas historia que a mi no me sabe a nada.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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