martes, 1 de octubre de 2013

POESÍA : DEL GAZPACHO DE ALCALÁ DEL JÚCAR MUCHO Y BUENO SE PUEDE HABLAR



Camino de Alcalá un afilador no dejaba de llorar
pues había perdido la piedra
y eso para quien tiene familia que alimentar
estaba muy mal visto
y era posible que de él se vinieran a burlar por haragán.

Por eso pensó que lo mejor sería almorzar
de esa comida tan buena
que las mujeres suelen arreglar
a sus maridos cuando estos se van a trabajar.

Gazpacho, sin venir a cuento y sin más,
le dijo su mujer
que por tierras de Portugal
se había criado antes de emigrar
al Reino de España, tal y como ahora está.

Esa palabreja traía al afilador a rabiar
pues no sabía si era un piropo
o por lo contrario alguna insolencia fatal.

Como caza hay por este lugar
y la mujer me ha puesto en la talega torta seca de harina de trigo sin fermentar,
pimientos verdes, laurel, tomates, setas y ajos de mucho picar
me voy de lo lindo a arreglar.

Conejos y perdices
vino el afilador con mucho tino a cazar
y ya en el hato
en una sartén al fuego con aceite
puso la caza después de destriparla y trocearla
como si fuera Jack.

Como todo olía fenomenal
se le ocurrió a nuestro amigo en la sartén echar
las setas de cardo, el laurel, los ajos, el tomate y los pimientos
mientras no dejaba de pensar
cual sería el significado de aquella palabra que le traía tanto pesar.

Sofrita la mezcla
cubrió todo con agua de manantial y sal
y dejó cocer 30 minutos, como en estos casos es normal.

Pensó el afilador de Alcalá
que una rama de tomillo no le iría a la receta mal
y para complicar la cosa más
dejó caer mirando hacia atrás
una infusión de tomillo que se acababa de preparar
y como solo le quedaba en la talega la torta sin fermentar
se dijo a si mismo ¡a la sartén va!
y después de desmigarla sobre la mezcla la va a depositar
sin dejarla durante 15 minutos de menear.

Solo quedaba almorzar
cuando por el camino vio pasar
a un pobre labrador
que al verlo le dijo: ¡no está mal!
mientras bostezaba sin parar.

No será de usted está piedra
que me acabó de encontrar
mía es, va a replicar el afilador, sin dudar
y visto el milagro que se acababa de obrar
el afilador y el labriego
uno de Alcalá y el otro de la Gila, sin más,
se dispusieron a almorzar
de ese plato típico al que para no variar
el de Alcalá va a denominar con gazpacho de gazpachá
que era el nombre con el que su mujer lo vino de su casa ese día a despachar.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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