Escuchar la lluvia
y oír sus preguntas
¿de donde eres?
¿cual es tu fortuna?.
Solo ella, la lluvia, cae,
sin pedirle a cambio otra cosa que no sea
"que lo haga de prisa".
En la Habana, en Roma, en Valencia, en Sevilla
la lluvia de siempre me ha sonado
a buena melodía
pues me trae entre sus gotas casi ya fundidas
recuerdos de un pueblo
y de una casa
donde yo de pequeño me crié, crecí
y me hice a la vida.
Llovía para ese momento en que miraba desde el balcón
y la luz de una farola me decía
que era llovizna
lo que en aquel momento caía
en pequeñas dosis, muy medidas,
y bien repartidas
para que nadie diga que el agua es posesiva.
Transparente ella me indica
que su alma es noble y su vida
esta abocada como si fuera saliva
a salir hacia el exterior
para dormir perdida en cualquier orilla
de camino, campos, ciudades, ríos, montañas, lagos, ríos, mares
y cordilleras tan repetitivas
que todas me son iguales
si no fuera por esos indicativos que avisan
de donde estamos y hacia donde nos lleva ese camino por el cual transitan nuestras vidas
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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