viernes, 4 de octubre de 2013

POEMA DE LAS SEIS DE LA MAÑANA DE UN DÍA QUE APRIETA



Me llega un respiro leve y suave de olor a tierra
en un otoño desgajado como rama seca
del árbol que en mi crece y da vida a mi presencia.

No recuerdo el momento, ni el día, ni el segundo
en que esa estrella errante que brilla en mis ojos
se puso a alumbrar  mi entendimiento y me hizo humano
desde los pies a la cabeza.

Quizás fue, así lo sea, antes de nacer
y de hacer acto de presencia con protocolo incluido
de golpe en el trasero y llanto indicativo de enhorabuena.

Es noche de tormentas, sin sueño,
y con muchas interrogantes viajando en un vagón de tercera
donde se apiñan con un cortejo de dudas
a cada cual más grande.
en un tren sin parada que nos lleva
a los confines de las ciudades
para arrojarnos en esos vertederos de materias desechables, contaminantes y peligrosas
por los secretos que encierran.

Como se ve  a poco o nada más
que uno se alumbre con una linterna
le salen a flor de la piel
todo lo que dentro de si mismo lleva.

Con poco, con nada se activa la maquinaria
de la inteligencia
y ahí queda en una noche negra
sin estrellas
solo con aparato eléctrico de una compañía eléctrica
este monologo de hombre que así mismo se busca
y al cual si le tocan las peras
hace saltar chispas a las mismas piedras

En un habitáculo donde se oye al silencio jadear
me surgen unas preguntas
de las que no espero respuestas
¿nos tendrán por tontos los políticos?
¿pensarán que sus mentiras pasan desapercibidas
y que no las creemos
por el simple hecho
de que comulgamos con algunas de sus ideas?

La noche con sus intrigas
vuelve a rondar por mi cabeza
al tiempo que maulla un gato y se oye con fuerza
el ruido del motor del agua potable
y los gritos de las paredes
como si los materiales con que fueron construídas
no estuvieran contentos con la vida que llevan.

Pasa un coche de repente y por pasar
a esas horas en que la calle está desierta
lo hace despacio como si no quisiera
despertar a nadie y aguar alguna fiesta.

En la noche amiga
uno a si mismo se encuentra,
con casi nada,
con solo verse en un espejo
y contar en el las arrugas de su cara,
esas que nos distinguen por fuera
de lo que fuimos y somos, de lo que seremos
y de lo que nos queda de mirarnos en el espejo de nuestras vidas
para continuar contemplando con tristeza
esa huida hacia adelante, esa carrera,
en la que ganar parece imposible
pues la muerte siempre se lleva pegada a los talones
contando uno a uno los días que nos quedan.

Pongo fin a este monólogo
por falta de espacio y caída de la bolsa de las letras universales,
entre maullidos de un gato
que se aleja, aleja, aleja,
buscando ¿qué busca el gato?
la gatera.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...