viernes, 4 de octubre de 2013

POESÍA: ALCALÁ DEL JUCAR VERSIÓN POETICA DE LO QUE MADOZ DEJÓ ESCRITO

 
Todo lo que se cuenta en esta poesía se encuentra también  de otra forma escrito
en ese diccionario Madoz de 1844
que  sin entrar en más detalles suposo un gran avance científico
por darse a conocer lugares, personas, animales, personas y bichos.

Angosta era su ribera rodeada de precipicios
y grandes peñascos o ripios
mientras en la ladera oriental de una colina se arremolinaba un caserío
con casas  abiertas en la propia montaña a pico.

Posada tenía Alcalá del Jucar y escuela de niñas y niño
y una fundación debida a un párroco con muchos años de oficio
para dar limosnas y dotar doncellas para que fueran más queridas por sus maridos.

Su parroquia de San Andrés estaba asistida por cura y dos prebristeros
muy solida en su estructura y construcción de mucho mérito
para lo que se ve en otros puntos de los pueblos cercanos a Alcalá y su río.

La cárcel muy mala, para verla desde fuera,
desde dentro debía ser peor de lo dicho
pues a pan y agua los reos se mordían hasta los puños.

No eran así
la casa del ayuntamiento y del pósito
que un tal Belluga fundó con la intención de que el grano estuviera todo junto.

El agua potable venía tan de cerca
que en Alcalá nunca se ha padecido de sed
pues para ello estaban las fuentes y el propio río.

Entre ellas citó la de las Fuentecillas
que daban de agua medio pie cúbico
proyectándose en ella, a falta de papel, un molino.

En el cerro de la Horca
había restos muy antiguos
por ello pensaban los ilustrados
que a poco que en ellas se metiera el pico
saldrían de sus entrañas algo más que tiestos y pedruscos.

Tenía Alcalá del Jucar un molino
dicen que de los moros
que durante muchos siglos
estuvieron por estas tierras
trabajando de lo lindo.
Tal mal era el estado  de su castillo
que fue reparado construyéndose un gran muro.

Un puente de sillería de tres ojos muy antiguo
servía de camino
entre dos reinos
que se daban la mano
allí por donde pasaba un río.
Tres eran sus ojos
y cerca como si quisiera ser la amante del puente y darle besos de continuo
se alzaba el parque de la Rambla con más árboles que los que se cuentan en cualquier otro sitio.

En el cementerio bien situado
descansaban amigos y enemigos,
padres, abuelos, madres, nietos e hijos
desde los tiempo de los tiempos
y desde que el cristianismo alzó su bandera contra los infieles y enemigos de la fe en Cristo.

Confinaba Alcalá con más términos
de los que se pueden encontrar en cualquier sitio,
entre ellos sin olvidar ninguno
tenemos a Alborea, a tiro, Casas Ibañez, con muchas casas y pocos obispos,
Ves, y no vuelvas chispado por el camino de vuelta a casa montado en un borriquillo,
Casas de Ves, para que sus vecinos duerman en ellas muy tranquilos,
Alatoz, con z de zorro y es que por allí la vista es capaz de seguir en vuelo a un halcón peregrino,
Jorquera, sin ningún calificativo y Recueja, con su bello paisaje se mire por donde se mire
desde cualquier ripio junto a un camino.

Sus tierras eran de todos los tipos conocidos
desde secano con mucho trigo hasta quebradas con arbustos y pinos
sin olvidarnos de las tierras del común con montes y pastos
en las que comían de lo lindo las ovejas que hasta ellas llegaban a menudo.

Aldeas tenía y tiene este pueblo tan distinguido,
todas ellas con pocos habitantes y olvidadas del mundo, entre ellas cito Heras y Zulema,
una casa de campo construida con mucho gusto
en la cañada de la Gitana con Aljibe incluido,
Casa de Cosme Pardo muy cerca de un camino
que a Alborea va muy derechito,
Casa del Cerro y la Gila, no rechisto,
y las casas del Conde, estas están por todos los sitios,
Piqueras, Peña-rubia, junto al santuario de san Lorenzo, tan bonito,
muy escasa de agua y con dos vecinos.
A 14 varas dicen que salió agua de un pozo a esos fines para ello construido
y en cuestión de minas miren por donde las hay de antimonio
y carbón de piedra para dárselas a los niños que se portan mal con sus padres y amigos.

El Jucar corría y corre por un lecho muy antiguo
entre grandes peñascos y laderas que no las escala ni un macho cabrío
y buena muestra de lo que se sabe por estos lugares tan primitivos
es que sus vecinos han llenado de olmos su ribera para que el gua en caso de diluvio
no se desborde y se quede quieta en su sitio.

Cinco presas regaban las fértiles huertas
y como cada una de ellas estaba en un sitio
comenzaremos a nombrarlas una a una y tiro.
La primera a una hora de camino en el pueblo de Recueja, buen sitio,
la otra sobre el puente de la villa ¡si amigo, cerca de Alcalá del Jucar!
¿saben por qué lo digo?
y las tres últimas en las huertas del Pardo, en Tolsa en un molino y en Don Benito.

Ya desde antiguo labraban las huertas los árabes
al abrigo de un gran castillo
que cerraban de puertas hacia adentro
cuando presentían algún peligro.

Cerca de la rambla de San Lorenzo estaba y está la ermita de su mismo nombre
en una pequeña altura, dominando el sitio y a ella concurría el gentío
para disfrutar del paisaje, adorar a su santo más querido
y beber agua de la fuente del Pocico Ochando, estrecho pero muy limpio,
en el abrevaban los ganados
y se hallaba en el camino
que conduce derechito a la Casa de Valiente, de los valientes y combativos.

Entre regueros y barrancos estaba al sitio
conocido con el nombre de Casa del Cabezo
para beber agua de otro pocico
y a media hora de camino estamos de coger buen ritmo
en los Pumarejos con olmos, huertas con frutales de sabor exquisito
regados con agua de dos fuentes con muchos cañitos.

Por el Norte era sus caminos llanos y poco frecuentados por amigos ni enemigos
y por el sur  ásperos como un membrillo
y de herradura de esas que se ponen a los borricos.

Para entrar en los pueblos los carruajes lo hacían a brincos
mientras los que iban dentro sentados en sus asientos respectivos
miraban a través de las cortinillas y cerraban el pico.

La correspondencia llegaba en sacas y se repartían a lomos de caballos bien cebados
con avena, cebada y poco trigo
y en estas tierras se producía de todo un poco y para ser certero en mi dicho,
geja, cañamo, panizo, azafrán y trigo,
también como es normal en la Manchuela  se producía por imperativo
cebada, centeno, avena, escaña, garbanzos y miel de abejas alimentadas a su gusto
de flor en flor como quien no tiene otro oficio
y hortalizas para hacer esos mojetes que quitan a quien los prueba  el hipo.

Frutales los había aquello parecía el paraíso
desde los manzanos, hasta perales, cerezos, moreras y melocotoneros
que pesaban algunos más de un kilo.

De esta forma pasamos al vino recio y caritativo
que se bebía en porrones, botas, pellejos y botijos
y con azúcar y frutas del tiempo en lebrillos
para refrescarse de los muchos calores y agobios continuos.

De fuera venían en carros de cuatro tiros,
arroz de la Albufera, bacalao de algún puerto marino
y aceite de oliva de los muchos olivos que en Albacete había en suelos pedregosos
ideales para este tipo de cultivo.

Se daba ganado de cerda y cabrio,
en menos cantidad el lanar y escaso el bovino,
el mular de caballo, macho y mula de tiro
se utilizaba para tirar de los carro, labrar y trillar de lunes a sábado incluido
y transportar a los vecinos que acudían a las ferias sobretodo los domingos
y el de asnos y borricos para las faenas de arriería con puntos suspensivos.

Liebres, perdices y conejos
saltaban unos y unas por los caminos
mientras unos corren las otras vuelan cuando sienten el primer tiro
para refugiarse entre el arbolado y quitarse de encima el susto.

Industria se tenían
de lienzos, alpargatas de cáñamo bien curado por los artesanos de turno
y telar de lana para hacer mantas ya abrigos..

Bebían los de Alcalá aguardiente de Casas del Cerro
y también el suyo
muy escaso pero bueno para alegrar las veladas de todos los nacidos
y como no en época de mayos y de fiestas en honor de San Lorenzo,
patrón del lugar muy respetado y mucho más querido.

De todo vendían los de Alcalá desde Valencia a Murcia para sacar sus buenos dinerillos.
Marchaban a Andalucia a vender  lienzos por allí muy pedidos.

No me olvido de un molino y de harina un molino,
además del de Don Benito,
cerca de Casas de Ves con parada de cuatro ruedas y puente de madera no podrido,
muelen en él por ser de su gusto
los vecinos e Alborea, Carcelén y Casas de Ves juntos.

Su peor enemigo eran los malos caminos que dificultan la entra y salida de productos.

Fue conquistada a los agarenos a espada y hierro por un rey Alfonso VIII muy combativo
en una primavera con muy poco frío
hacia el año 1211, es decir, hace unos ocho siglos.

Para 1835 los carlistas al mando de Quilez hicieron por aquí más de un estropicio
saqueando y derrumbando puertas, pegando fuego y exigiendo exuberantes tributos
por eso el ayuntamiento en pleno se fugó ante el peligro de que los pasaran por el paredón
por no haber a la causa carlista contribuido.

Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio




 

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