lunes, 7 de octubre de 2013

POESÍA: UNA MADRE ESPERA UNA CARTA DESDE LAMPEDUSA


Una madre espera una carta
sin saber que su hijo ha muerto cerca de la costa
dentro del casco de un barco hundido.

Recuerda el último beso
y la mirada distante del hijo
como si presintiera una tragedia inmediata.

Sus lágrimas buscan en su caída las mejillas
ya convertidas en surcos vivos
de tanto asumir tragedias
y llorar por los que se van lejos.

Todo ocurrió en pocos minutos.
La barcaza se hundió entre gritos de espanto 
en las profundidades de un mar
convertido desde siempre en cementerio sin tumbas.

El mar es una gran tumba abierta
y sus especies marinas los guardianes de los últimos secretos
de esos pobres e inocentes muertos
que ya descansan para siempre. a la espera de ser rescatados,
entre las rocas, arenas y simas profundas,
como si fueran arrecifes de corales de color rojo oscuro.

El padre vuelve todos los días a ese puerto de partida
para recibir noticias
y poder llevar a casa alivios y buenas noticias
pero todo indica que algo malo ha ocurrido.

Nada es igual desde el día de la partida
y en la casa solo reina la desesperación,
las ventanas cerradas y las luces apagadas
son el indicativo más patente de la amargura de sus moradores.

Se oyen rumores que anuncian una catástrofe
y los hombres se llevan las manos a las cabezas suplicando a ese Dios que tanto quieren.

Las miserias que padecen los pobres
reproducen día a día estas tragedias
a las que el mundo llamado civilizado no pone ningún tipo de solución
 porque tiene miedo a la integración
de los ciudadanos procedentes de esas colonias que ellos saquearon y violentaron
con tanto ímpetu.

Funciona la idea de que lo extraño es malo y no supone riqueza para una nación,
y como muy bien dice el Papa, que no se siente de derechas,
es una avergüenza que esto ocurra.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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