Recojo el silencio galopante que anida
en una gota de agua.
Me envuelvo de la fría presencia de unos paisajes
amontonados en mi memoria.
Camino.
Me entretengo contando los segundos
en que una hoja de un chopo caída atraviesa por delante de mi mirada
mientras el agua de un río se la lleva.
Me digo.
A mi mismo me pregunto:
¿el por qué de mis preguntas?
A mi mismo huyo de otra cosa que no sea disfrutar de los momentos,
esos que pasan desapercibidos.
Voy a ver al sol naciente quitándose de encima el calor que es la esencia de su vida,
a la luna menguante que cae y se levanta
para aparecer y desaparecer en medio de sortilegios.
Ahora voy de paso.
Todo paso es ligero o lento,
como los míos
cuando persigo lo que quiero
o cuando huyo de lo que no me gusta.
Me encierro en esa buhardilla construida en lo más alto de una casa
allí continuo viendo
el transitar de los seres humanos
como si fueran hormigas buscando su hormiguero.
La sociedad alineada
y el mundo en peligro
¿Qué mundo?
¿El mío?
¿El tuyo?
¿El nuestro?
¿El de todos?
¿El de ellos?
Fuera las cortinas
que corren sobre un alambre
veo
como en la calle cada uno camina a su aire. Mientras las horas pasan
al tiempo que se construyen alambradas revestidas con cuchillas de acero.
Son las alambradas de siempre,
esas que hacen a los pueblos totalitarios
y a los que las construyen
enemigos número uno de la humanidad.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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