sábado, 20 de abril de 2013

POESÍA Y POETAS

 Retrato de Cervantes

Citas con mucha Ciencia:

Cervantes:  los poetas son ladrones unos de otros, nunca me precié de hurtar nada a nadie; con mis versos me ayude Dios, y hurte el que quisiere». 



'La ansiedad de la influencia. Una teoría de la poesía'
Harold Bloom

«La historia poética, según el argumento de este libro, sería indistinguible de la influencia poética, pues los poetas fuertes forjan esa historia malinterpretándose unos a otros para despejar un espacio imaginativo para sí mismos». 

Introducción

UNA MEDITACIÓN SOBRE LA PRIORIDAD
Y UNA SINOPSIS

Este breve libro ofrece una teoría de la poesía mediante una descripción de la influencia poética, o la historia de las relaciones intrapoéticas. Un propósito de esta teoría es correctivo: desidealizar nuestras versiones aceptadas de cómo ayuda un poeta a formar a otro. Otro propósito, también correctivo, es tratar de proporcionar una poética que fomente una crítica práctica más adecuada. La historia poética, según el argumento de este libro, sería indistinguible de la influencia poética, pues los poetas fuertes forjan esa historia malinterpretándose unos a otros para despejar un espacio imaginativo para sí mismos. Me referiré sólo a los poetas fuertes, grandes figuras que persisten en la lucha con sus fuertes precursores, incluso hasta la muerte. Los talentos débiles idealizan; las figuras de imaginación capaz se apropian de sí mismos. Pero nada sale de la nada y apropiarse de sí mismo implica la inmensa ansiedad de estar en deuda, pues ¿qué fuerte forjador desearía darse cuenta de que ha fracasado en la creación de sí mismo? Oscar Wilde, que sabía que había fracasado como poeta porque carecía de fuerza para superar su ansiedad de la influencia, conocía también las verdades más oscuras que conciernen a la influencia. Resulta embarazoso leer La balada de la cárcel de Reading, pues nos damos cuenta en seguida de que cada lustre que muestra refleja La rima del viejo marinero, y la lírica de Wilde es una antología de todo el gran Romanticismo inglés. 

POESÍA: ESAS DEDICATORIAS DE BUSCARINI

 

A don José Racamonde,
Armando Buscarini dedicaría
alguno de sus poemas
en señal de gratitud
por esa vida
dedicada a ejercer de publicista
y a la poesía.

En Higiene social, juventud
y defensa de la mujer destacaría
aquel hombre al cual Buscarini
tuvo a gala dedicar una poesía.

En Racamonde sin lugar a dudas
se dieron cualidades que Buscarini
hacia suyas
por eso bienvenido a esta galería
un poeta más, sin obra conocida,
maestro y destacado defensor de la causa feminista.

Autor: José Vte. Navarro Rubio


POESÍA. NI UNA LÁPIDA TUVO BUSCARINI ENCIMA DE SUS HUESOS



No es una lápida,
al final ni eso,
pudo tener Buscarini a la hora de su fallecimiento,
sino un hondo agujero
donde descansaron sus huesos
antes de ser sacados y tirados en un estercolero.

Ni cubierta de cuero, ni papel laminado,
nada de nada, ni recuerdo,
solo algunas fotografías de quien se río del mundo entero
y llegó a la muerte tan sano de mente
 como sus carceleros.

Ël fue más que profeta
y más todavía que aquellos
que de tanto pensar por él
se vistieron con sus mismas ropas
e intentaron inventar
sus ya construidos versos
con trozos de lágrimas
y retales de terciopelo
arrancados a la noche
sin que esta percibiera quien era aquel sujeto
que se incrustaba en su alma y dormía en su seno.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESIA: BUSCARINI NO FUE PROFETA NI EN EZCARAY, S U TIERRA


 
Caray con Ezcaray
y con ese poeta de mares adentro
que cual sonrisa de hiena
en una llanura por el sol desierta
nos mira y piensa
en aquellos sus días
de camino a una escuela
para aprender las cuatro letras
con las que poder defenderse en ese su paso por la tierra.

En su pueblo y tierra
el tampoco era profeta
y se marchó como águila perdicera a la búsqueda de nuevas tierras
y en esa su nueva vida quiso ser poeta
a pesar de los pesares
y de que como yugo de bestia
no había sido llamado a la santa cena de los poetas.

Como pudo sobrevivió
y para eso rompió
con muchas penas
danzando sobre su cabeza
con su familia, madre, sin más espera.

Ay de Buscarini que pena
por lo mucho que prometía
y por las piedras
que algunos le calzaban para que no pudiera
emular a los dioses del Olimpo
y a esos otros poetas
románticos y versados en el arte de domar a la bestia.

Autor: José Vte. navarro Rubio

POESÍA: BUSCARINI Y SU LAMENTO DESPUÉS DE MUERTO

 

Ahora recuerdo
dice Buscarini
en su lecho de muerte
sin helechos.

Recuedo los amaneceres
con vino tinto
en el interior del cuerpo rugiendo,
las tardes de cafés
llevando el velo del sueño
y las noches de anís
de las cadenas
masticando los silencios.

Claro que recuerdo
los rompientes de las olas
sobre unas costa de piedra duras
como el cemento
y la ingratitud de los míos
desoyendo a las hadas del cielo
y dejando que me viniera
hasta este otro mundo
para dar luz a este mi último lamento.

Me voy cual lucero
muy sereno,
muy brillante
y muy cierto
en que todo es polvo
y en polvo nos convertiremos.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: BUSCARINI Y SU JURA COMO POETA

 

En la noche y en el día
caballitos del mar por Madrid caminan
y a lomos de tan excentricos animales de montura
Buscarini galopa esgrimiendo sus libros
como si fueran espadas en la cintura.

Caballitos de mar que las olas nos brindan
cada vez que llegan a las playas desiertas de acantilados y dunas
y allí sobre conchas marinas
haciendo de lecho y bajo la luz de la luna
Buscarini luce su arte poético
sin necesidad de ninguna suma teológica
ni de otros tipos de composturas
o parches sobre un ojo del cual se escapan sombras  muy oscuras.

¡Ay Buscarini
y habiendo las hay dudas
de nombrarte poeta en unas juntas!

Autor: José Vte Navarro Rubio

LIBRO RECOMENDADO: GEISHA DE STEPHEN Y ETHEL

GAISHA - LONGSTREET, STEPHEN Y ETHEL

POESÍA, DRAMA O CARTA DE BUSCARINI A TODOS AQUELLOS QUE MAMAN DE SU RECUERDO

 

Me vino la muerte entre silencios. Un quejido. Una oración
y pase al otro mundo sin más recuerdos que un llanto y un cachete que me supo a orujo de enebro.
En aquel cuarto tan blanco como la cal de las casas de mi pueblo
y en aquel ambiente de tábanos dando por saco a los muertos
me di cuenta al tiempo que un rayo de luz cruzaba por mi cerebro
que no debí hacer el amor con aquel juguete de mimbre por fuera y acero por dentro
que el destino me puso ante mi vista en una noche ciega como los ojos de oro de un becerro
pero mira por dónde aquí me encuentro y entre letanías
y palabras frías como un tempano de hielo
con lo poco que atesoro me voy hacia otros destinos no tan ciertos como el que hasta ahora tocaba
aunque fuera en este reino de locos donde yo soy el rey de los lelos.
me vino el recuerdo de un pueblo y de una prima y de una cubana y de un cabestro
y de todo esto me quedo con los fríos de Madrid y con dos negros
que me llevaron entre colinas y valles con búfalos y girafas a un cielo de azules perpetuos.
No se porque les hablo y les cuento todo esto
será supongo yo porque todavía recuerdo el levantar de los días y la llegada de los noches
con el estomago lleno de golondrinas y sapos del tamaño de un ternero
pero no se me vayan ni usted ni el otro ni quienes de esto sabiendo se preguntan por qué este hombre se empeña en darnos lo que no queremos.
me voy y me despido estando de acuerdo en todo aquello que la vida me dio
y en lo otro no tan cierto que un día me quitaron los poderosos por miedo
a que en Madrid salieran más poetas de los que puede mantener una nación con un poco de celo.

Autor: José Vte. navarro Rubio

POESÍA: HERNANDEZ CATA Y BUSCARINI BUEN BINOMIO PARA UN MAL FIN





Vida de bohemio vino a sufrir
Hernandez Cata
y para eso de escribir
se vino a curtir
como buen cuero de bota de vino añil
en la Biblioteca Nacional
donde adquirió ese matiz
de intelectual dispuesto a morir
con "Seguro de muerte"
y fue así como le llegó sin pedir
la muerte en el aire
y sin paracaídas que poder abrir

Buscarini sabia de él
lo que le habían venido a decir
y por eso le dedicó
"La reina del bosque"
para que se viniera a representar por fin
en un teatro de Madrid,
pero todo quedó como aguas mil
uno loco y muerto en Logroño
donde su madre lo vino a parir
y el otro envuelto en papel de periódico
como si hubiera sido un bocadillo de pernil.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

viernes, 19 de abril de 2013

POESÍA: ¿MURIÓ BUSCARINI COMPONIENDO VERSOS?



No me viene hasta aquí el silencio
ni para decirme que Buscarini murió
componiendo versos
ni para animarme en esta noche de crueles lamentos
en que un perro duerme a pata suelta
mientras yo me estrujo los sesos
sacándole punta a ese poeta del cual ya llevo casi un centenar de poesías de corte poco métrico.

En su pueblo Ezcaray
persianas tocadas por el viento
se oye el sonido de las puertas al cerrase y correr el cerrojo tan veloz que asusta su lamento
cuando se funde en la cerradura
en señal de aquí todos quietos.

Buscarini no fue del todo culpable de lo que su vida fue al ser tocada por una vara de junco seco
pero si de algo estoy seguro
es de que todo lo que hizo fue a sabiendas de que estaba bien hecho
y que de todo ello algo quedaría con que perpetuar su recuerdo.

No me viene hasta aquí el aroma de los cipreses
a ambos lados de un camino dentro de un cementerio
ni perfumes de rosas en una corona con el indicativo: Te quiero,
más para no ser crueles y que todos entiendan algo de todo esto
tengo que decir
creamne no engaño ni me arrepiento
que el poeta murió sin saber quien era y debido a que Dios le castigó por lo que no había hecho.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

Treinta años de poesía y bohemia (1890-1920) Allen W. Phillips Universidad de California, Santa Bárbara


                          

El vía crucis de otro individuo, bohemio profesional, más triste e infeliz que pintoresco, merece mencionarse brevemente: es el lamentable caso de Armando Buscarini, joven que cultivaba con poca fortuna la poesía y la prosa. Su persona inspira compasión, porque es el caso extremo de un pobre escritor sin talento, probablemente inofensivo y bueno en el fondo, que vivía en la más abyecta miseria. Su muletilla de siempre fue «¡Me voy a arrojar al Viaducto!», y una vez le aconsejó Valle-Inclán que al menos lo hiciese con elegancia550, y Cansinos cuenta un cómico intento frustrado. Según noticias dadas en las memorias es posible que haya muerto en un manicomio. González Ruano (a quien Buscarini dedica un poema) lo recuerda con cierta simpatía y refiere que vendía en las calles y los cafés sus pobres libritos (los que tengo a la vista son meros folletos baratos, de pocas páginas, y los tres llevan afectuosa dedicatoria del puño y letra del autor para «el maestro» Cansinos-Assens551). Y en su antología González Ruano imprime de Buscarini un solo poema «Hospital de leprosos», soneto en que las hermanas consuelan a los enfermos que sienten «el fuego de Vida en la carne doliente / y el frío de la Muerte dentro del corazón»552.
Para tener una idea cabal de la vida y la persona de Buscarini, hay que remitir nuevamente a González Ruano y Cansinos-Assens.Feo de
semblante, con pelo lacio y largo, aquel hijo de amor «...conoció todas las desdichas, los tristes internados de San Juan de Dios y las duchas frías de los manicomios, el falso calorcillo de los prostíbulos ínfimos y las tremendas horas del cafetón como máximo refugio de las noches mejores»553. Por su parte Cansinos ve en el pobre poeta, víctima de burlas, una «extraña mezcla de candor angélico y de astucia diablesca», comparando sus facciones («ojos negros, grandes, estrábicos y alucinados, y sus orejas, semejantes a alas de murciélago») con las de un degenerado. Buscarini se cree poeta maldito y no deja de cultivar sus apetitos groseros en una existencia insegura e inútil554.

En las páginas que presentan sus Poemas románticos (1923, sin pie de imprenta) Buscarini, a quien le niegan colaboración en los periódicos con la excepción de La Libertad, habla en términos despectivos del mundo literario de Madrid y de sus contemporáneos. Así dice este poeta «lírico y hambriento»:
El poeta no obstante está decidido a sufrirlo todo y a morirse de hambre, que para eso es poeta y sólo da uno cada generación de vez en cuando, sépanlo todo el coro de grillos afónicos que me rodean y tienen el honor de ser mis contemporáneos que carecen de elegancia, sutileza, aristocratismo, de sentimientos, plasticidad lírica, ideología, etc., y valor para arrastrar la vida miserable de hampón; copleros absurdos, retorcedores de lugares comunes y tópicos manidos y ridículos, mixtificadores en ladrillo del sagrado sacerdocio de las bellas rimas sin ripios; que me llaman vago por la rara condición de tener talento como si no hicieran falta horas enteras para pulir el mago artificio de los versos.

Y sigue Buscarini con otras muestras de egocentrismo, insultando a los académicos, al mismo tiempo que ofrece al lector sus versos «humildes, sencillos y limpios», que los directores de periódicos le favorecen al no publicarlos entre sus bazofias farragosas.
Los temas y los personajes de Buscarini, a juzgar por lo que he podido conocer de su obra, fiel trasunto de su vida dolorosa, son los poetas bohemios despreciados y hambrientos, las vendedoras de caricias, y siempre, por encima de todo, la visión más negra y sombría del vivir. De ahí el motivo constante del suicidio. Para el poeta nostálgico, que recuerda su juventud lejana y más apacible, el camino es interminable; se siente cansado y melancólico («caminante de la vida»); sus versos añoran
a la amada y son tristes soliloquios de un corazón fatigado («La amada ausente»); y, con dedicatoria para Manuel Machado, escribe Buscarini estos versos: «Luz de la mañana / que ahuyentas las penas: / luz en mi ventana / milagros a hermana / de las almas buenas». El transcurrir de la vida es eterno e infinita la fatiga, gris el color predominante, y la tristeza del invierno pone sobre todas las cosas un matiz frío («Saudades de invierno»). En efecto, todo se resume en la tercera estrofa de «El romero»: «Tener el alma cansada / y ser siempre peregrino / en el árido camino / de la jornada». En esta poesía de la desesperación resuena continuamente la nota de despedida amorosa, sentimiento rememorado de un pasado lejano, y siempre el poeta se cruza en la vía opuesta con otras almas y otros trenes («Tren de noche»). Y finalmente esta desolada actitud ante la vida se evidencia claramente en un poema dedicado a Francisco Villegas Estrada, otro bohemio y autor del libro Café romántico y otros poemas (Madrid, 1927), y de esta composición transcribe las dos últimas estrofas:



Es una calle sin ningún viandante


¡páramo triste de silencio eterno


en donde aúlla errante


algún can en las noches del invierno!



Es una calle abyecta por las miasmas


de un malsano pantano


por donde cruzan sombras de fantasmas


bajo la luna roja de verano



(«Una calle»)                


¿Farsante Buscarini? No lo creo del todo. De cuando en cuando se percibe un latido de sinceridad en sus exagerados lamentos, y, si hemos de creer en los memorialistas de la época, no puede imaginarse una vida más dura que la suya. No se puede negar que posee un temperamento exageradamente romántico y sin duda delirante. En el prólogo a la novelita Las luces de la Virgen del Puerto habla al autor de manera exacta de su modo de ser y de su terrible existencia:
... o soy un escritor de un temperamento romántico inadaptado al ambiente de mediocres que empestilece y denigra la vida española. Estoy sinceramente asqueado de la incomprensión de los directores de periódicos que me niegan sistemáticamente mis colaboraciones retribuidas. [...] Mis intentos de suicidio son un testimonio de la indiferencia que todos muestran a la desesperación del hombre que lucha y la prueba más clara de la falta de humanidad hacia el prójimo y el desapego de mis semejantes. Durante seis días he permanecido en la antesala de un manicomio por reincidir en mi propósito de quitarme la vida y he tenido puesta la camisa de fuerza...

Funesto el destino de este infeliz. Al final del breve texto de la novelita, que relata un episodio espeluznante y sangriento de un poeta bohemio que convive con los golfos de un barrio madrileño, hay un comentario («El dolor de no llegar») que firma José Romero Cuesta. Se ponen de manifiesto en este epílogo las cualidades humanas de Buscarini, persona mansa y atormentada, objeto de la indiferencia gris del ambiente. Otra víctima, pues, del calvario de un artista con poco talento en busca de un alma buena.

550
José Alonso, Madrid del cuplé, Madrid, 1972, 237. (N. del A.)
 
551
Poseo El riesgo es el eje sublime de la vida. Poemas románticos (1923) y dos obras en prosa: Las luces de la Virgen del Puerto (¿1924?) y La cortesana del Regina (1927). En los tres casos falta pie de imprenta. Observo que Cejador anota la publicación de otros títulos (Historia de la lengua y literatura castellana, XII, Madrid, Revista del Archivo, Biblioteca y Museo, 1920, 40).
Parece que años después Hernández Cata editó, con un prólogo, un libro bien presentado que recoge los folletos anteriores de Buscarini. Tomo el dato de Cansinos-Assens (La novela de un literato, II, 429-430), que agrega un comentario que transcribo: «Oh, la cara de Buscarini, con sus negros ojos de vicioso, su nariz ciranesca y su boca grande, ancha, simiesca... ¡Cara de archivo policíaco! ¡Cara de adolescente pervertido, delincuente en potencia, sobre cuyos rasgos bestiales brilla, sin embargo, el celestial destello de la luz apolínea: ¡Cara de perturbado, que puede ser también la de un genio en potencia, quién sabe!... ¿No se dio esa mezcla de bien y de mal, de perversidad e inocencia, en Rimbaud y Verlaine?» (430). (N. del A.)
 
552
González Ruano, Antología, 373. (N. del A.)
 
553
González Ruano, Memorias, 235. (N. del A.)
 
554
Cansinos-Assens, La novela de un literato, II, 393-399. (N. del A.)
 

POESÍA: ESE ASCUA DE BUSCARINI CON DEDICATORIA A LA REINA INCLUÍDA.





El ascua no era la vida,
era una pasión consumida
de un hombre que miraba
más allá de un jardín y veía
una ventana abierta sin cortinas
tras la que se asomaba una mujer vestida
casi como la Maja Desnudísima.

Si Buscarini hubiera disfrutado de la dicha
de ser Rey en aquel Madrid
tan ya casi para aquellos días
republicana hasta la coronilla
hubiera inmortalizado la tortillas
pero no fue así y que desdicha
pues mientras el era internado en un manicomio
para el resto de sus días
de Madrid salía
un cortejo de carrozas
con la Chata incluida
para no volver ya ninguno con vida
a esas praderas con conejos, ciervos y ardillas
que se abrían más allá de donde Buscarini amenazaba con arrojarse al vació de una alcantarilla
cuando quería vender sus libros con más prisas.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: LA CORTESANA DEL REGINA E IVAN DE NOGALES CON DEDICATORIA INCLUÍDA

 

 

 

I. de Nogales

P I N P I L C A M E C H A U T E

MEMBRE DE S.T. 2.254

E.V.
S.T. DE F. 20 – 1920

Membre du Bureau International du Spiritisme a Belgique

Redaktoro de “Revuo de Esperanta Psikistaro”

MIEMBRO DEL CLUB ESPERANTISTA “LOS VAGABUNDOS”

GLOBE-TROTTER 7

MEMBRE DE L’ASSOCIATION T.E.L.
Redaktoro de “La Vagabond”
MENTALISTA
O. E. O.
Membro Protector de L’Alliança Neo Espiritualista Portuguesa, 47
Correspondente da revista “Novos-Horisontes”
L’ANO DE V. A. E. 3.654
CALENTADOR (CHAUFFEUR)
Miembro de la Fraternidad Internacional F. 1224
ATENEISTA DE MADRID NÚ 19865
CEKBANKO – Esperantista 637
ACCIONISTA DEL BALNEARIO DEL RETORTILLO
PILOTO
R A C E 68
PINTOR
Cuentista común y corriente con el Banco Hispano Americano
ACCIONISTA DE LA COOPERATIVA MIROBIGENSE
KALOFILO Y FILOGINO
ESPAÑOL Y CASTELLANO
BUDHISTA Y PERIODISTA
CORRESPONSAL DE “LA REVUE CONTEMPORAINE”
SOCIO DEL “LICEO DE AMÉRICA”
Miembro de la Sociedad Cultural Deportiva “HELIOS”
REDACTOR DE “PATRIA Y MONARQUÍA”
DIRECTOR DE “AFRODITA”
KINESETERAPIA
REDACTOR DE “LA VILLA Y CORTE”
DIRECTOR DEL “RUN-RUN DE LAS ONDAS TERCIANAS”
MIROBIGENSE
Miembro honorario del Instituto Metapsychique Internacional
De París
                             PRESIDENTE DEL COMITÉ ALBISTA DE C. R.


A Ivan de Nogales Buscarini dedicó
la Cortesana del Regina
y quizás lo hizo en honor
de aquella cubana tuerta que el poeta tuvo por dicha
de decir que fue suya
por lo mucho que bizqueaba durante el coito 
como si fuera la luz casi divina
del faro de Alejandría

Ivan para todos y Nogales par su familia
llevaba oro en los dientes
y una aguja de ganchillo en la uretra
con lo que siempre tenía erecciones continuas
que eran la envidia 
de los hombres de bien de Madrid y cercanías
y de las mujeres la mejor delicia.

Cascanueces  Ivan de Nogales regalaba 
con la venta de sus libros en las librerías 
y en todo lo demás 
no se diga
que no disfrutó e aventurero en un planeta que gira
más de lo que Dios le dio a saber
cuando salió a la luz del día 
pidiendo que le sirvieran un buen plato de sardinas.

Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio 

POESÍA: BUSCARI Y ESAS NOCHES TAN SUYAS



Por caridad
un café Buscarini pedía
y en esta
su única comida disfrutaba
mientras recitaba poesías
en una terraza nocturna
con murciélagos colgando de una viga
y risas de parroquianos
en una mesa continua
mientras un sereno hacia la ronda
y al fondo de un callejón se oía:
¡sereno.........! - que risa-

Son las 2 de la noche,
con campanadas servidas,
y en Madrid por una calle camina
un poeta que sueña
con brillar a la misma altura
que esos otros poetas
de una lengua viva
que forman parte ya de la historia
de la literatura,
pero el poeta sabe
ese es su drama y su sepultura
que morirá joven por culpa
de esa vida que lleva tan ligera
como las sandalias con las que pisa
los adoquines de la calle
por la que camina
de paso por una ciudad
que de reojo le mira.

Buscarini es
en ese Madrid de la época de una dictadura,
blanda o dura,
objeto de burla, de pena ambigua,
por no tener a nadie que le bendiga
con el hisopo sagrado que encumbraba hasta las alturas
a todos los mediocres literatos de pacotilla
que por aquellos días
se sentaban en buenas mesas y dormían
en colchones de lana bien mullida.

Autor: José Vte. Nvarro Rubio

POESÍA: NI SE ADMITEN PERROS NI POETAS



En este café no se admiten,
mire usted por donde, perros ni poetas,
y de esta forma dicha
los reyes de la calderilla continuaban su gira
por aquel Madrid
en que ser poeta era la peor de las desdichas.

Bohemios de naturaleza divina
por las calles se veían
dando color a la noche
y llenando los espacios de esa armonía
que sus versos destilaban
entre grandes risas
de hambrientos vagabundos,
que entorno a una estufa se arremolinan
para calentarse las manos
antes de seguir su gira
por un Madrid al que la noche
le llena más que el día.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: EZCARAY Y BUSCARINI ¿QUIEN A QUIEN BUSCA?

 Riachuelo














Ezcaray..yyyyyyyyyyyyyyyyy,
valle del Oja
y quizás una laguna
Cameros, apunta,
de donde se fue
tal fue su locura
aquel poeta con soles y lunas
rondando su cabeza
en las noches plagadas de dudas
en las que Buscarini sufría de la tortura
de ser poeta sin cuña
y a lo dicho con poca fortuna
en sus rondas nocturnas
por cafés, plazas y portales donde sus amigos acudían
y él al paso les salía
para pedir , por caridad, ayuda.

Autor: José Vte. navarro Rubio

POESÍA: BUSCARINI Y ESA LOCURA SUYA TAN ESPECIAL




En el mundo de la locura
cada loco le saca punta
al tema en el que más despunta.

Junto a Buscarini los había locos de diferentes fortunas
desde los que se sentían
herederos de un reino que no existía
hasta los que hablaban de ínsulas
en mares lejanos con disputas
entre piratas de parche en un ojo
y bandera negra como una aceituna
de montañas llanos, praderas y junglas.

De todos los locos
¡que injusticia!
Buscarini era el único
que decía
que prefería ser loco
pues desde esa postura
veía el mundo tal y como el quería

¡Dejeme loco por favor!
¡No me de cura!
atienda mi suplica
y venga conmigo
hasta ese punto de mi vida
en que comencé a describir lo que sentía
tal y como el alma me dictaba
y mi entendimiento entendía.

Loco...loco...total locura.
Disparate ciego si apuntas
a una diana fija
que como premio lleva
el contar tus desventuras.

Autor: José Vte. Navarro Rubio


POESÍA: BUSCARINI Y LAS MUJERES


 
Fue Buscarini luchador
y sin fortuna,
solo la que le dio la pluma
de escribir
y no de otras venturas,
llámense racimos de uva
o pelanduscas.

En su vida hubo mujeres
todas ellas las justas,
se conoce por ventura
la que le dio la vida
y lo trajo para ser comido por la ciudad con hambrunas
y de las otras
uno duda
si Buscarini las amó
dentro de su cordura
o las elevó
hasta las alturas
en esos dislates suyos
tan propios de quien en la cabeza atesora pájaros con plumas.

A fin de cuentas que hermosura
leer los poemas de Buscarini
conociendo su vida
y de esta forma entender mejor
al poeta que sin renunciar a su cultura
rompió moldeS
que solo vinieron a entender,
así es la vida,
aquellos que estaban a su altura.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: BUSCARINI ENTRE SODOMA Y GOMORRA

 
En noches como estas de calma chicha
y de pocas hambres con que matar la espera
uno se lanza
como si fuera soldado en una cruzada
a devorar minutos y almorzar eras
mientras las horas pasan  y nada queda.

Dicen de Buscarini
que yació con dos criados negros
y estos lo sodomizaron con buena verga.

Dicen y no duelen prendas
hacer incapie en esta historia que de Buscarini se cuenta
que se adelantó a la guerra
y envió a Alfonso XIII
una carta protesta
después de escaparse de un sanatorio
donde los locos se desesperan.

A la una y a las dos
y ya el reloj con cuerda
me marcho con viento fresco
hasta allí donde el campo huele a verde hierba.

Autor de la poesía: José Vte. navarro Rubio













miércoles, 17 de abril de 2013

POESÍA: ALVARO DE RETANA Y BUSCARINI EN LA HORA DEL PECADO

 Álvaro Retana. La hora del pecado. Ilustraciones de Antonio Juez. (Libros antiguos (hasta 1936), raros y curiosos - Literatura - Narrativa - Erótica)

Lo tuvo por amigo y le dedico una poesía
que valía casi más que toda la obra escrita
de quien en Madrid fue guapo porque el lo decía
y escribía a sabiendas de que su vida
era al pecado lo que la bondad al alma caritativa.

Llamarada de un fuego que se encendía saltaban las chispas
cada vez que a la calle salía una obra suya
pues en ellas no se concebía
algo que no fuera el erotismo como alternativa
a una vida de santidad dedicada a realizar obras caricativas.

Corazón de mármol y alma tejida con aguja de hacer puntilla
Alvaro de Retana se fundía
cuando ante el pasaba una mujer guapa moviendo la cintura,
sin lugar a dudas
que el escritor tenia un altar al que elevar plegarias y suplicas.

A ello se debe sin lugar a dudas
el que Buscarini le dedicara una poesía
en "la hora del pecado" de las muchas
que Alvaro de Retana dedicó a convertir la escritura en dulces caricias.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

LIBROS RECOMENDADOS: ILUMINACIONES EN LA SOMBRA DE FERNANDEZ SAWA


 

va Díaz Pérez | Sevilla

El Madrid de Alejandro Sawa aún se puede recorrer. De hecho, hay itinerarios que lo recuerdan como los que se hacen en el Día del Teatro por la capital donde gozó y sufrió Max Estrella. Por ese Madrid finisecular de Sawa vagaban personajes que ahora parecen espectros desvaídos en el azogue de los espejos y que esperan su oportunidad perdidos como notas a pie de página en algunos libros raros. Sawa fue parte de aquellos bohemios, hampones de la poesía, mártires del arte y personajes cuya biografía fue el símbolo del fracaso.
Con tan sólo diecisiete años Alejandro Sawa llega a Madrid (en 1879), comienza a vivir en la calle Desengaño número 6 y trabaja gracias a una recomendación en el Ministerio de la Gobernación, que se hallaba en la antigua Casa de Correos.
Es un Madrid galdosiano, aún iluminado vagamente con luces de gas, atravesado con el vértigo tímido de de los primeros tranvías, de noctámbulos de capa andrajosa y chalinas de color incierto y, sobre todo, de eternas noches de cafés. Sawa era frecuentador de estos cafés y forma parte de los personajes que pululaban por el Café de la Montaña, el del Gato Negro, el Fornos o Pombo, lugares inmortalizados por la literatura. Una de las épocas doradas de estas tertulias de café fue la de Pombo, cuya memoria rescató Ramón Gómez de la Serna en su libro 'Pombo' (1918): «Todos resultamos embadurnados como de polvos de gas, pálidos, creosotados, convertidos en blancos espíritus con los ojos brillantes y suspendidos».
Despreciaban el arte burgués, vivían del sablazo y veneraban a las musas del arroyo
Ramón Pérez de Ayala escribió una interesante novela sobre la bohemia, 'Troteras y danzaderas' (1913) en la que también aparecían estos personajes arrabalescos y envenenados de Literatura como el propio Sawa. Formaban parte de un grupo de escritores bohemios que despreciaban el arte burgués, que salían del canon literario, que sobrevivían del sablazo y que se inspiraban en las musas del arroyo.
Son personajes como Joaquín Dicenta, Ernesto Bark, Pedro Barrantes, Eduardo Zamacois, Eliodoro Puche, Enrique Paradas, Francisco Villaespesa, Felipe Sassone, Pedro Luis de Gálvez, Emilio Carrere o incluso Alfonso Vidal y Planas que asesinó a tiros a Antón del Olmet una noche en el Teatro Eslava.
Como recordaba César González Ruano en sus memorias 'Mi medio siglo se confiesa a medias' sobre uno de estos literatos de capa, chambergo y melenas, el gran Pedro Répide: «Olía a perfume barato, a organillo y a churros de verbena». Ese Madrid de los Austrias que servía como escenario para este mundo de la bohemia heroíca será también el que asiste al final del literato, ya ciego y perturbado en sus últimos días.

"Prefiero el hambre al insomnio, porque prefiero la muerte a la locura. Yo sé que la demencia aguarda al otro extremo de las noches sin sueño", escribió en su diario "Iluminaciones en la sombra".

El 3 de marzo de 1909 falleció el escritor en una miserable buhardilla del número 7 la calle Conde Duque donde hoy se puede leer una placa que dice: «Al rey de los bohemios, el escritor Alejandro Sawa, a quien Valle-Inclán retrató en los espejos cóncavos de Luces de bohemia como Max Estrella, que murió el 3 de marzo de 1909, en el guardillón con ventano angosto de este caserío del Madrid absurdo, brillante y hambriento".

POESÍA : AQUEL MADRID CAPITAL DE LA BOHEMIA

Sawa con sus compañeros en la redacción del periódico 'La vida literaria'.

En aquel lugar
y en aquel momento,
en aquellos silencios,
en aquellas noches de desvelos
y en aquellos días,
todo en aquel sitio
era algo más que alegrías
y por ello se palpaban
a ciegas y sin luz alguna
la miseria de los hombres
que así mismo se llamaban artistas.

Hablo, sin duda alguna,
de un Madrid que vivió la bohemia
y lo hizo casi a escondidas
sintiendo vergüenzas
que repartía
de portal en portal
y de avenida en avenida
como si en ello le fuera
a la gran ciudad, capital de España,
la vida.

Bohemios fueron
aquellos pequeños genios de la literatura
que de tanto sentirse huerfanos
pregonaban sus desgracias
como quien vende su vida
al mejor postor y sin contrapartida alguna.

Autor: José Vte. Navarro Rubio 

martes, 16 de abril de 2013

SOBRE LA GOLFEMIA Y OTROS ASUNTOS QUE TIENEN QUE VER CON BUSCARINI


Cubierta del libro "La Golfemia" de Salvador María Granés 



Viene todo esto a cuento de un comentario de Javier Perez Andujar en su libro  A la conquista de lo irracional -Salvador Dali-

En dicho libre se dice que la golfemia era el lumpen literario de Armando Buscarini, Pedro Luis de Galvez, Dorio Gádex, Vidal y Planas...y otros poetas luchadores que aparecen evocados por Valle Inclán en Luces de Bohemia. A estos les ha tocado con conformarse con ser los príncipes del reino de la gallofa..y al igual que ellos Salvador Dalid es un joven provinciano con hambre de gloria.

Otros Comentarios de otros autores:

"En los corrillos de la Puerta del Sol ha aparecido una nueva figurilla, pues se trata de un adolescente, casi un niño, más aniñado aún por su diminuta estatura, pero con unos ojos negros, llenos de malicia, y unos labios carnosos y sensuales, fruncidos en una sonrisa hipócrita y taimada de hombre corrido y zarandeado por la vida. Se llama Armando Buscarini.
 

¿De dónde ha venido este pobre muchacho, extraña mezcla de candor angélico y de astucia diablesca, cuyo rostro moreno, con sus ojos negros, grandes, estrábicos y alucinados, y sus orejas, semejantes a alas de murciélago, muestra signos evidentes de anormalidad y hasta de delincuencia, pues recuerda lo que hemos visto en las ilustraciones de Lambroso? Hay algo de falso, de premeditadamente astuto en la aparente humildad con que este Armando Buscarini se acerca a uno, la sonrisa en los labios, y le llama maestro, y le ofrece sus "opúscolus", esos plieguecillos de prosa o verso que él mismo edita y vende, y en cuyas portadas campea su retrato de anormal, de individuo de la "maffia" napolitana, con su mechón de lacio pelo negrísimo, su nariz gruesa, sensual, y esa sonrisa cínica, insistente, empalagosa y engreída.
  

Buscarini, como su nombre lo indica, es italiano por parte de padre y eso explica el italianismo de sus facciones. Y también de su psicología. Su padre, al cual no ha conocido, era un atorrante de la golfemia porteña, alcohólico y maleante, que sedujo a su madre, una pobre mujer que había emigrado a Buenos Aires en busca de fortuna y sólo encontró la de conocer a aquel perdulario, que la hizo madre de este niño inquietante, y huyendo del cual se volvió a España. Buscarini es un bastardo y tiene el complejo de esa clase de seres. No ha conocido a su padre, pues como él dice, con ufanía egolátrica, nació en el mar, a bordo del buque en que regresaba su madre y es, pues, navinato, como D'Annunzio.
Espiritualmente, Buscarini es un producto complejo de lecturas o más bien -porque ¿qué habrá podido leer este chico criado en el arroyo?- de cosas oídas en los corrillos de los hampones ilustrados, como Cubero el filósofo y don Tirso el teólogo y Pedro Luis de Gálvez, el "Gringoire" de esta Corte de los Milagros literaria... Sabe versos de Carrere, como las rameras humildes de la calle San Bernardo, y también de Villaespesa, ha leído alguna novela corta de Vidal y Planas, desde luego "Santa Isabel de Ceres", y "La rosa blanca" de Pedro Luis de Gálvez, y conoce los nombres de Verlaine, Baudelaire y D'Annunzio...
[...]
El rasgo dominante de Buscarini es la egolatría. Pese a ese gesto de humildad a que le obliga su miseria de pedigüeño, él se cree superior incluso a sus maestros. Su egolatría es ingenua y cómica. Se queja ya a los dieciséis años de no ser comprendido y se expresa con la amargura de un viejo fracasado, hablando mal de todo el mundo.
-El mundo es malo -dice- No sabe comprender al poeta... lo deja morir de hambre... Yo voy a escribir mis memorias y luego me suicidaré... Buscarini, efectivamente, está escribiendo y publicando sus memorias a los dieciséis años, con la melancolía de un Chateaubriand.
[...]
Buscarini es un homúnculo literario que quiere vivir en la redoma de la literatura. Da sablazos para editar sus hojitas y luego las va vendiendo por las mesas de los cafés, al módico precio -como él dice- de dos pesetas..., una más con su autógrafo... Y añade: -Hay que ayudar al poeta...- Pero su vanidad es tan grande que no puede prescindir del autógrafo y cuando el cliente dice: "No, sin autógrafo", Buscarini sonríe benévolo y concede: "Bueno... se lo pondré por el mismo precio..." Y tira de estilográfica.
[...]
Con todos estos trucos Buscarini se las busca, como dice Cubero, el filósofo, que hace retruécanos de barrios bajos como cualquier currinche. Incluso su anormaidad le sirve de medio para lograr el óbolo. Salillas y Juarros lo estudian como tipo interesante y lo socorren y ayudan. Y lo mismohace el doctor Sicilia, especialista en enfermedades secretas, a cuya consulta acude el poeta, que padece una sífilis de origen misterioso, atendida su misoginia. Buscarini es un adolescente con todos los vicios y taras de un viejo libertino.
 

R.C.A ("La novela de un literato, 3")
 

LA GOLFEMIA



Salvador María Granés fue uno de esos escritores que gozó de fama y reconocimiento público por sus habilidades en un género tan español como la parodia. En ‘La realidad esperpéntica (aproximación a ‘Luces de bohemia’)’, libro que por otra parte citaba hace unas semanas, Alonso Zamora Vicente nos ofrece una exhaustiva relación de todas las óperas, zarzuelas y numerosas obras de teatro que sufrieron las versiones paródicas de Granés, fecundo libretista del género. Así, ‘Dos fanatismos’ de Echegaray se convirtió en ‘Dos cataclismos’; ‘La pasionaria’, de Leopoldo Cano, se trocó en ‘La sanguinaria’; ‘Thermidor’, drama de Sardou, pasó a llamarse ‘Thimador’; la ‘Tosca’ de Puccini, en ‘La fosca’, y así una larga y prolífica lista que el lector curioso puede también consultar en la Biblioteca Virtual Cervantes, donde puede encontrar los textos de muchas de estas obras, entre ellas ‘La golfemia’, parodia de la ópera ‘La bohème’ de Puccini, que se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 12 de mayo de 1900. Zamora Vicente confiesa que no puede precisar la vigencia oral de la palabra “golfemia”, pero debió de circular con profusión en la conversación ordinaria, ya liberada de su origen literario. Una mezcla de golfería y bohemia “que nos lleva a través del ambiente de un Madrid absurdo, brillante y hambriento. El mundo de artistas pobretones, desmelenados… un eco más o menos cercano de los personajes de la ópera de Puccini queda aún en la parodia: Mimí se convierte en Gilí; Rodolfo, en Sogolfo; el músico queda en organillero; Marcelo, pintor, se convierte en Malpelo, pintor de brocha gorda”. Lo importante de la parodia como mecanismo consiste en dejar siempre al menos una pequeña pista que le permita al lector o al espectador reconocer al personaje parodiado. Hoy, la golfemia, como clase social, no la constituyen artistas pobretones y hambrientos de un Madrid finisecular que abría los ojos al nuevo siglo XX. Si Granés levantara la cabeza y cogiera la pluma, pintaría una España llena de golfos de coche oficial, de maletines y empresas, de despilfarro o apropiación de dinero público, de jueces prevaricadores, gentuza que A. Machado definía perfectamente: “trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes”. ¿Nombres? No hace falta ni deformarlos ni citarlos porque lamentablemente todos los conocemos. ¿Y los artistas? Panda de pelotas subvencionados, lameculos de la ceja, que deshonran a aquella otra golfemia, la más honesta, de pobretones y hambrientos; esa golfemia que nos pintara Valle-Inclán en la heroica figura clásica de Max Estrella. José López Romero. 


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...