lunes, 6 de enero de 2014

POESÍA: EL BAUL DE LOS POEMAS



Cada poema anida allí donde puede
y encuentra sitio.
Los poemas de amor
tan bellos y lindos
se acomodan sin ningún tipo de protocolo establecido
en el corazón de alguien que te inspira amor y cariño
o en el alma de algún pobre
por la vida mal bendecido.
La vida en si misma
¡vaya calificativo!
sin más necesidad
de ningún tipo de metáforas
ni de ritmos
es un poema indefinido
con sus diferentes atributos
colgando de un hilo.
De esta forma tan concreta
en este tiempo tan presente
para los humanos que en él vivimos
nos encontramos sin necesidad de abrir ningún libro:
con el poema del pobre
que pasa frío,
del parado
que no duerme pensando en sus hijos,
de la madre
que ve en la cuna a su bebe desnutrido,
del anciano
al que quieren tiran del piso,
del estudiante
sin becas ni nada con que poderse pagar los estudios,
del joven
asqueado por que no ve luz al final del camino.
Poemas los hay y han habido para todos los gustos:
poemas cortos,
poemas largos,
poemas no publicados en ningún libro,
poemas que se compran,
poemas que se venden,
poemas que congelan a uno,
poemas como puñales desgarrando corazones.
De todos los poemas leídos
yo me quedo con uno.
Es este un poema de amor
que no tiene precio alguno
y que por ser tan personal e intimo
uno se guarda para esos momentos
en que se siente abatido.
 Los poemas de Gustavo Adolfo Becquer
son como las alas de un ángel
tendidas al sol de los vientos alisios,
pues todo en ellos va y viene
y te dejan tan vacío
que a veces piensas que fueron construídos
sobre unos cimientos tan endebles
que no resisten ni un estornudo.
Los poemas de los poetas sociales de compromiso
producen heridas y mueven los intestinos
cuando intentan llegar a ese punto
donde la vida de uno depende de un gran músculo.
Todos los poemas tienen su sitio
en ese baúl
donde permanecen apilados a la espera de ser leídos.
Mis poemas rondan
por la cabeza de uno
y cuando salen de ese horno
en el cual se cuecen
o son consumidos
o se ponen duros como si fueran un mendrugo.


Autor: José Vte. Navarro Rubio

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