lunes, 13 de enero de 2014

POESÍA EN MAYUSCULAS: PHILIP LARKIN, CHARLES SIMIC Y KARMELO C. IRIBARREN






       PHILIP LARKIN:
.EL BARCO DEL NORTEXVI 
A la una la botella está vacía;
a las dos, el libro fue cerrado;
a las tres, los amantes yacen separados,
ya realizado el comercio del amor.
Y ahora las luminosas manecillas del reloj
indican que son más de las cuatro,
esa hora nocturna en que los vientos                                            
                                              vagabundos
sacuden la oscuridad.
Y me muero de ganas por dormir;
tanto que apenas puedo creer
que el río silencioso que sale de la cueva
no sea poderoso ni profundo;
sólo una imagen elegida para presumir.
Me acuesto y espero la llegada de la mañana
y                                             de los
pájaros,
los primeros pasos bajando por las calles                                         
              todavía sin barrer,
las voces de las niñas abrigadas con bufandas.

Poemas de Charles Simic / Traducción de René Higuera: 
                    ÚLTIMO PICNIC
 Antes de que lleguen las lluvias de otoño
Vayámonos de picnic una vez más
Ahora que las hojas cambian su color
Y la hierba sigue verde en algunos lugares
Pan, queso y algunas uvas negras
Deben ser suficientes,
Y una botella de vino tinto para brindar por los cuervos
Intrigados de encontrarnos ahí sentados.
Si hace frío –y lo hará– voy a estrecharte.
La noche llegará temprano.
Miraremos al cielo, esperando encontrar una luna llena
Para iluminar nuestro camino a casa.
Y si no hay ninguna, pondremos toda nuestra fe
En tu caja de cerillas
Y mi sentido de la orientación
Mientras nos vamos a tientas por la oscuridad.

                            Salmo
Has estado mucho tiempo decidiendo,
Señor, al respecto de estos locos
Que controlan el mundo. Su largo alcance
Y sus garras deben haberte asustado.

Uno de ellos me encontró con su sombra.
El día se puso frío. Yo oscilaba
Entre terror y valentía
En la esquina más oscura del cuarto de mi hijo.

Te busqué con mis ojos, Tú en quien yo no creo.
¿Te has ocupado embelleciendo las flores,
Haciendo correr los corderos tras sus madres,
O no has hecho acaso ni siquiera eso?

Era primavera. Los asesinos estaban llenos de buenas
Intenciones y alegría, y tus sacerdotes
Estaban justo a su lado, para asegurarse
Que nuestro último adiós se dijera apropiadamente.
    
                 Nada
Quiero verle cara a cara
Y luego intentaré desatar un infierno
No, no tengo nada preparado
Voy a confiar por entero en la inspiración
Además en mis ancestros que
Justo ahora comienzan a reír a carcajadas.
Con toda probabilidad, voy a hacerle al tonto
Me alejaré sonriendo estúpidamente
Encenderé un cigarro con
Manos temblorosas
Preguntaré sobre el clima:
Sobre aquella nube, que asemeja
Un morral de medicinas
Flotando tan quieto en el cielo sin viento.


KARMELO C. IRIBARREN:



TORMENTA DE VERANO



Están cogidos de la mano
en silencio,
bajo los soportales.


El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.


El padre mira al niño:
es la vida, hijo
-quisiera poder decirle-,
y no ha hecho más que empezar.


RETRATO DEL POETA ADOLESCENTE


Un paquete de tabaco,
un libro de poemas,
cuarenta duros
para tomar unas cervezas...


Poca cosa, es verdad:
pero para mí
era suficiente.


Y entonces aparecieron las mujeres.


LAS RESACAS

Las primeras tienen
su cosa, es cierto. Otra vez
con el trago en la mano,
uno se siente a gusto de sentirse
tan mal, de tener ese cuerpo,
de ser al fin el blanco
de miradas y risas (comentarios 
jocosos, vacilones), ya sabes,
de sufrir como un hombre.


Luego vienen las otras,


las de siempre, las clásicas,
sin el encanto de la novedad, 
las que uno ya conoce en su justa
medida, aburridas y tercas,
pegajosas, las que apenas 
sorprenden, las que una mañana 
te avisan que ojo al parche,
pero tú ni te enteras.


Las últimas resacas,


las auténticas, las de verdad, 
las que ni risas ni miradas
que valgan, las del vómito
encima, las del asco
y las lágrimas, las del miedo 
a vivir y a morir de repente,
las de la más absoluta soledad,


esas, amigo mío, mejor
que no las tengas que pasar.


YA ESTÁ


Ya poseemos
casi todo
lo que nos iba
a hacer felices.
Puede decirse
que lo hemos 
conseguido.

Ya está.

Ahora solo
nos queda
comprobar
hasta qué punto
fuimos sinceros
con nosotros 
mismos.

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