La nada eterna no tiene límites
y prolifera por los paraísos de la pobreza,
se esconde tras las puertas
y cuando estas se cierran
todo queda vacío como el alma de quienes se dejan todo y nada en la casa que les sirvió de moraleja.
Con nosotros y en nosotros la vida alcanza su mayoría de edad
sea cual sea el instante en el que te encuentras
y lo hace
no tengo una clara respuesta
con lo mucho o con lo poco
que hayas arrimado tu leña al fuego en el que todos se calientan.
Murió con el alma en pena
pues sabía que su lucha se había estrellado contra el paredón de su ignorancia ciega
y vivió con lo poco que pudo rascar a la tierra
pero lucho hasta su muerte
rebelándose contra las injusticias ¡cuantas estas eran!
de los que se decían amos de la tierra.
En la dualidad de la propia existencia
se da el marco en el cual cada uno encuentra a sus preguntas las respectivas respuestas.
Por no ser
quizás no seas nadie
y por ser
quizás seas lo que buscas y no encuentras.
Fe y vida
y salvoconducto para caminar por esa selva
en la cual se te arroja
para que de cerca la cates y la veas.
Todo nace y todo muere,
nada se queda,
ni el polvo de las zapatillas,
ni aquello que te sirvió para que fueras identificado como habitador y señor de tus propias tristezas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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